Acerca de mí

jueves, diciembre 21, 2006


Despertó intranquilo por los golpes que caían en sus sueños.
Hechó atrás el ropaje y la humedad de la madrugada lo caminó por sobre la piel.

Al posar sus pies bajo la cama supo que no estaba en casa: el agua en el piso de madera, un par extra de zapatos, restos de risa en el velador...

Sentado sobre el colchón miró las blancas paredes, aun estaba húmedas. Al lado de las risas había un portaretrato vacío, posado sobre una libreta.

Sus venas aparecían y se marcaban, como su llanto a punto de explotar. Se encaminó y abrió la cortina, la luz se desparramó manchando partes de su piel, partes del suelo.

Una pequeña vena se rompió y la sangre blanca comenzó a teñir su cuello: una línea delgada que caía con cuidado entre los pliegues de su expresión.

Hirvió una sonrisa, se evaporó una carcajada.

La puerta se abrió y una densa masa de vapor entró con silencio de luto.

La pieza se cubrió de una extraña cortina, con olor a tierra y a cuero.

Su cuerpo se rayaba con huellas blancas, la sangre bajaba hasta los pies y una poza blanca le humedeció las uñas.

A sustado se apoyó en la pared y se agachó esperando que el viento le sacara del malgusto.

Sobre la cama, entre las sábanas blancas, pequeños susurros acompañaban el leve movimiento que ahí había. Se levantó del piso para acercarse al catre, un impulso de soledad le alargó una sonrisa, le alargó la mano hacia ese bulto.

Tiritando agarró la punta de la tela, y antes de jalarla hacia atrás, gritó... gritó dese sus entrañas. Una luz pegajoza y aguda cegó sus retinas, y en un intento de desesperación se lanzó a abrazar el ente que habitaba en ese lugar... sobre la cama.

Un goteo sonaba en el cuerto, provenía de los lagrimales, pequeñas gotas que acariciaban la ilusión y que se acostaban en sus zapatos.

Su cuerpo en blanco se acostó entre las sábanas y se perdió en el tiempo a soñar.

Alguien entró riendo fuerte, se fijó en un rostro pintado de blanco sobre el vidrio del portaretrato, dejó la tasa de café amargo sobre el piso húmedo...

dejó su mente en blanco...

y continuó a recorriendo con su mirada una silueta de cariño que se pintaba en su libreta.

sábado, diciembre 09, 2006

estas sentada
mirando de reojo
a través
de tus lentes rojos

tu boca tiembla
ahora más tranquila
ahora eres más sabia

tu pelo tornasol
torna a mi rostro
y se entrelaza
a mi cuello.

somos almas viejas
capaces de hacer temblar
las costillas
que trepitan
escondidas
al lado
de las palabras.

siempre estoy contigo
te quiero muchísimo, ale.

miércoles, diciembre 06, 2006

Una galleta para comenzar la noche.
se come dulce
y se convierte en caries.
de pronto un pestañear
y la hora a avanzado con caballos,
pataleando dos veces por segundo.

La cortinas se han cerrado
para esconderme de la urbe.
esta ciudad tan cochina
en la cual mis zapatillas
se gastan.

la ciudad se erecta
a mis pies
y las ventanas podrían reflejar
mi caminar

pero es de noche
y la gente rie sola
camina sola
no hay de quién ser espejo.

Las esquinas se llenan de musgo
para volverse áridas, mañana, a la luz.
los caballos galopan
y comen cemento
la hora está llena de lomos de toro
pasos de zebra
gaviotas
y palomas moribundas.

La pieza se entristece
y el sonido del crepitar de mis dientes,
ahora inundados de caries blancas,
se pega a las paredes.
Al igual, el tiempo húmedo
y la ciudad decrépita.

Me siento un poco perdido
y el mapa de mis manos
está con barro.

miércoles, noviembre 29, 2006

Sus piernas cruzadas, sus labios rojos amarrados.
Respiraba profundo, dejando dentro un suspiro, antes de cambiar la página. No levantaba la vista, siendo que frente a ella, una vieja mujer le murmuraba.
Volvía a la primera hoja y mientras releía, relamía sus yemas.
Gira sus piernas y comienza a leer en voz alta: "...Por tí dejé la puerta de mi oreja abierta ... por tu frase nunca terminada..."
El zumbido de la boca de esa señora se colaba en la letra seca del libro gritado.
Cierra el libro
Cierra la boca
Cierra los ojos.
La abeja penetra al oido.
el amor es un murmullo....

martes, noviembre 21, 2006



Intento reponerme de este mal sueño,
de haberme indigestionado con la carne cruda.
mis dientes ya se han caido
y mi lengua queda en libertad,
pero no habala.
es una lengua bifida y muda,
húmeda y sangrante.

Intento despertar de este mal gusto,
y levantarme al día
y abrazar el viento eskivo
y acariciar el hombro vecino

quiero decir "te quiero" sin temer
quiero cautivarme con la soledad
y cantar bajito una sinfonía para ciegos.
no sé dónde estoy sentado
no sé de qué es ese humo que sale de mi nariz
ni sé cómo sabe la lágrima que no cae.

Intento no soñar
y me amarro a las sabanas para no arrancar.
me amarro los pies con cansancio
y mi cabeza la pego a la almohada con pesados recuerdos

quiero tomar agua
y sentar mi cabeza
quierosentarmesobremicabeza

Intento dejar el pasado fuera del plato
y comer con paz, con esa paz que sólo la soledad te da.

y me quedo en el intento
a medio camino
de no perderme de nuevo
y me forjo una sonrisa
y me forjo a disfrutar
del calor abrasivo
del viento caliente
del hombro de plomo
de la axila ajena

y así sucesivamente...

domingo, noviembre 19, 2006















A
pretas sobre mi cráneo
Trizando cordura y voluntad
Respiro rápido y profundo,
Irrumpiendo con asma la primavera.
Creo que ya no soy,
Imagino que Cristo no piensa en mí.
Óyeme, ruego por perdón
Niña de la boca filuda.

domingo, noviembre 12, 2006


Tus finos dedos
delicados como córneas,
rajan el aire
permitiendo ver
tu armónica silueta.

El meñique solamente...
basta para quitarme la vida,
aquí, en la yugular
la más grotesca arteria
florecerá con tu dedito.

Regala en un paqueño pañuelo
una pizca de ardor.
Lo guardaré entre el pan,
tras la puerta
con llave
con mucha sutileza.

Hueles a porcelana, a una quemada,
y bailas como muñeca de niña grande,
cuando piensas que nadie te ve,
cuando la puerta se cierra en la nuca
y la luz se anochece.

Con tus finos movimientos
estrújame la luna,
pero con cuidado...
no quiero verte sonreir.

¿terminaste?
entonces, tu vértebra arde...

Solo se cuajó, tranquila...

martes, noviembre 07, 2006

Me rio como respuesta a lo divertido.

Abro mis labios y los estiro hasta que se partan.

Mis dientes salen en escena:
una pared media amarillenta.
un poco de alquitrán,
un poco de nicotina,
un poco de tomate.

la lengua tirita...
Y desde mi estómago acarreo una carcajada: (ja-ja-ja)
la vomito.

que divertido es sentirse enfermo.

De vez en cuando...
Cuando ya es mucho,
lloro a carcajadas.

(Me da pena la risa)

El estómago se aprieta y mi garganta se tapa.

El malestar asfixiante de lo risible.

Que divertido es no respirar!

vamos! sigue con el chiste.

domingo, noviembre 05, 2006


Una polilla es libre
hasta que la miro
bajo mi mano.

El zancudo sonrie sobre mi piel...
saborea mi ácida sangre...
hasta que lo acaricio
con mis dedos.

Yo estoy saltando sobre mi cuarto...
hasta que la agenda
me abre las piernas.

jueves, noviembre 02, 2006


Una mujer está sentada en el asiento de la ventana, mirando comoSantiago viene y va con tanta indiferencia. Intenta seguir un punto que se aleja a lo imposible:
Un hombre con sombrero, una bolsa azul que corre por la acera, un árbol quieto de verano... y eso es lo único que logra agarrar entre sus acrílicas uñas.

El paisaje esquivo y ella se acomoda la falda. Un auto rojo... Francisco se sienta a su lado.
El también comienza a mirar por la vnetana, pero para ver el reflejo de ella. Su mirada camina por sobre la comisura de los labios y luego se acomoda en ese ojo derecho.

Siente las caricias con cada pestañear, recuerda a su madre cuando en las noches lo arropaba luego de una canción.

Ahora miran al frente, miran los asientos vaciarse mientras sus rodillas se entrerozan bajo el ronroneo del chofer.
Miran al frente, escondiendo todo sentimiento. Las nucas de esos desconocidos quedan tiezas bajo el amparo de la complicidad.
En un momento ella baja su brazo y comienza a urguetear su cartera en busca de una nada perdida en la infinita soledad.

Hombro a hombro, un poco de traspiración, una caricia de carencia.
Él no se mueve, en cambio se apega más a esa piel en flor.

- "permiso"

Él levanta la vista, da una mueca como sonrisa y se dobla como cuncuna para dejarla pasar.
El timbre suena y un viento gélido recorre los pies callosos de los santiaguinos.


El tacotear callado en una calle relamida.
El reflejo en la ventana de Francisco que mira a Santiago irse... A toda velocidad.

martes, octubre 24, 2006


La noche se me vino encima...
con las manos añejas,
asfixiandome con sus estrellas sin oxígeno.

Mi cuerpo ha sido apuñalado por la verdad,
la que ya no quiero saber
no quiero saber más-
superar-
saltar sobre ese montón de piedras oscuras,
que algún día fueron piedras preciosas-
piedras oscuras,
pesadas que arrastro río arriba.

Me duele no olvidarte
me enrabia el descontrol
y el dedo en la yaga.

déjame tirar la vergüenza.

domingo, octubre 22, 2006

Recortaré mi figura
en pequeños pedazos de papel
que el viento, de apoco,
llevará

mis recuerdos en las tijeras
para dejarlos ir
como papeles al viento
a ese grito
desesperado del cielo

que suban
y se ahorquen sobre mi cabello

martes, octubre 17, 2006






No cabe día sobre mi cabeza
en el que no se pose tu nombre
sobre las veredas
vacias.
Miro mi figura desfigurada
y me proyecto a otro tiempo y lugar.

En una banca nos sentamos
a escamar el agrio día
a terminar nuestras ropas
a soñar, soñar como hoy.

qué tan lejos estamos ahora?
unas pocas horas de sueño
me alejan
de tus manos.
Un cigarro que el humo opaca
y que trae el olor a risa
de encontrarnos a escondidas

Miro mi figura, que se teje en sombras sobre la pared
quiero doblar mi destino y unirlo al tuyo
chocar tus vértebras a las mias
y partir pariendo el espacio.

Me han hablado en la espalda
y han dicho mi nombre
susurrado
y seco.

la vuelta
a pasos intranquilos,
a un nido, besado rojo
sangrado libre al aire libre.

Atrapo la lluvia
en mis pantalones
y camino con el invierno hasta tu boca
Eres tu quién me nombra?

trátame con descuido
y raspa mi pecho entumesido.
mi pecho encostrado
de tanto inspirar estos bostezos.
Hojas en blanco


Llueve sobre tus pies
cuando te sientas frente al horizonte
tocando la línea de lo imaginario
ries tocando

Encorvas tu sonrisa coja
y muestras a la vida
tu divertida tragedia,
inválida primavera

Tus genes plantados en tierra seca,
crecieron con poca agua.
::::::una maleza
chupaste los brazos,
los ladrillos,
los cuchillos,
una maleza amarilla tapada en ropa

te pintaste, preciosa
para encarar la sutileza.
goteaste tus labios
mientras balbuceabas un beso

luego perdiste la cuenta
al tapar tus ojos en ambar.
cuéntame, ahora, una historia...
larga y somnolienta,
hoy quiero fallecer en tu voz quebrada
y en la afonía de tus pies.

viernes, octubre 13, 2006













Sus ojos ensombrados, en el transcurrir de las estaciones, se iban sellando en un hermético pestañear. Sus manos, enredadas de dedos, se acariciaban mutuamente entre la correa de la cartera descuerada. Sus labios habían perdido el rubor de años anteriores, hoy eran dos pequeñas cebollas relamidas, por una lengua seca de gato, durante el dormitar.

Sentía rabia de no lograr dormir cuando debía, se paseaba en la oscuridad de su pieza descubriendo esos rincones de lechuga.

Su departamento sudaba a cansancio y soledad, las paredes se teñían de moho a medida que los días se hacían más cortos y las noches se abrían hacia la infinitud.

Debió haber sido la pega, el estrés y la depresión, la culpa de sus piernas sonoras, de la levedad de su cabello, del libido escondido.

Se repetía cada día: “debería haberlo besado, haber absorbido un trozo de labio y guardarlo entre las verduras”. Se arrepentía de no abrir los ojos para esconderlo entre la multitud, para que se desvanezca como sus sueños de mediodía.

Se despertaba por los griteríos infantiles y asomaba sus ojos a la ventana: Faltaba poco.

Hacía calor como aquella vez, en la que su ropa suelta dejaba libre sus senos y la calle era una pasarela. Alguien la miraba caminar. Sus piernas en pantys no eran como unas zanahorias, pero alguien la miraba y ella era la reina de la avenida.

Respiró profundo y serpenteó entre el tumulto –“en la esquina por favor”, el chofer asintió rezagado, miró el crucifijo flotar y apretó el freno. Los chirridos acallaron toda bulla.

El devolvió la vista a la calle, a ese desierto manchado de aceite quemado y de frenados esporádicos. El acelerador a fondo exigía el sudor de Carlos, no era fácil arrastrar tantas vidas desparramadas, llevarlas a sus áridas casas desarmadas, y además, sostener su alma en smog.

En medio del “sound”, sus amargas aceitunas parpadeaban a punto de vaciar su miseria sobre las monedas. Su corazón nunca había sido independiente del marcapaso, así durante el camino a la vejez obtuvo de cosecha marcadas pausas de pasión en taquicardias.

El retrovisor mostraba una tragedia: un bulto se recostaba en la mitad de la calle... como un saco de papas. Era la mujer de sueño que flotaba ahora bajo las ruedas de un taxi, un taxi que no la llevaría a su hogar solitario y que, en cambio, la mantendría por horas, años, décadas, recostada mirando el horizonte, más muerta que nunca.

El chofer sintió un escalofrío y cerró sus ojos mientras escapaba de la animita, con toda la carga palpitante a sus espaldas.

La noche comenzaba a sombrear las calles, y los faroles erectos iluminaban el escenario vacío de las calles. Un joven sale de su trabajo, cansado y con las manos gastadas, sale pensando que esta luna será diferente, y se sienta bajo el paradero. Las micros pasan sin piedad, llevan rabia y pena sucia a los escondites nocturnos, a camas vacías sin sueños. Guarda su lápiz y se levanta del frío asiento para tomar cualquier camino, no tenía ganas de llegar.

Una calle rota se abre ante sus rodillas, Alameda. Un grupo de ebrios ríen en la pared, tienen la boca morada, los ojos plomos, la ropa café, los zapatos rotos y muchas botellas de nada, como sus bocas, como sus manos, como sus vidas. Vomitan y vomitan gritando y riendo, y la vereda se moja en cebollas fritas, en betarragas moradas.

Al pasar por su lado se aferra a su bolso, y apura sus zapatos. Luego de unos momentos se detiene frente a un café. La puerta forrada en cuero impedía ver la siluetas bailando sobre el té verde hirviendo, el descafeinado, el despeinado.

Da un suspiro largo y profundo, que lo lleva a una pieza blanca, hace cinco años, donde Claudia espera desnuda que entre medio de los gemidos la bese. Estaba comprometida con tres hijos, y enamorada de este aventura. El jefe le decía “ no te acurruques con los clientes, que si no les gustas, no vuelven... no pagan”. Pero fue un café diferente, él no le miraba el punto entre las piernas, sino que sus ojos se acostaban sobre sus pestañas y acariciaba sus manos cuando la temblorosa taza arribaba a sus rodillas. Claudia había vendido tanto amor que olvidó como acariciar, en el taxi había intentado tomar su mano, pero él tampoco entendía las señales de primavera... bajó su cierre dejándolo expuesto a la entumida mano de claudia. El taxista miraba... en la noche le contó la historia a su esposa, pero mientras, un motel aparecía al fondo de la calle –“son cinco lukas...”

Una entrada alumbrada por un farol fluorescente daba una sensación de frío. La palabra “motel” se encendía y apagaba sobre las pupilas ardientes y vergonzosas. Sin decir palabras quedaron desnudos de espaldas, uno al lado del otro. Mil pesos sobre cada seno y una moneda de cien en la boca... y Claudia rogaba por un beso.

La noche y sus gemidos estaban a punto de acabar, tuvieron miedo del amanecer. El joven vio como la mujer se iba hundiendo entra la lechuga. Su pecho se apretó y, llorando, besó el dinero, mandó un beso al aire y partió a la distancia.

Su trabajo insípido, sus amigos de cáscara, su familia postiza, un mundo congelado con cada despertar. Treinta y dos vueltas a la cama, recién bañado, casi parido. Esa noche la luna se ocultaba con miedo tras la torre entel, y Alameda marcaba la sombra de silencio a sus espaldas. El suspiro no trajo más que el vapor de su boca y un sabor amargo de nostalgia, casi pena.

Abre la puerta y cierra los ojos. No puede superar los años de soledad, los minutos pagados de compañía. Un aroma acaricia la piel subiendo por su cuello. Un aroma a casa, a comida familiar, a chaleco tejido por su hermana. –“bienvenido, hoy la belleza baila para usted”

El busca amor en una jaula, intenta hallar una caricia en una barra de fierro. Se sienta y al lado, su vergüenza, su miedo.

Una pendeja se sube al escenario y con inocencia abre su monedero –“méteme un billete... uno grande”, con inocencia se arrastra desnuda entre las mesas, inocentemente ayuda a masturbar... mientras sus ligeros dedos sacan dinero de los bolsillos. Es una niña que de tarde peina sus trenzas y prepara betarragas a sus hermanos. Un aplauso la despide y ella desaparece de la vida.

Otro pedazo de carne se tiende sobre la tabla. Otro cerdo se pajea.

...Pero no es fácil escribir “te quiero” en cada billete y meterlo en ese buzón de piernas. Un papel que no tenía dirección, solo arrepentimiento y cobardía.

Cinco años habían pasado, ella había despertado despeinada, desnuda, descubierta, y muy sola. La despidieron bajo las estrellas, sobre los billetes besados. –“no te metas con los clientes...”. Desde esa noche bailó en la calle, bajo la luna, acompañada de su sombra, en aun auto oscuro, en una esquina. Pintada por completo... sombras para la angustia, rush para lo amargo, base para lo incierto. Puta... así se llamaba.

Mañana, en su epitafio, escribirán: Claudia

En el vestíbulo se tapan para lo urbano, cuentan el dinero para la feria, y con crema se descaran para la normalidad.

La ensalada nocturna, con sabor a palta, con olor a casa. En un plato de piernas. En una risa ácida de limón. Veladores que afirman un par de cebollas, un pimentón verde entre los libros. Zapallos verdes al lado del jabón. Santiago corta y revuelve, con aliño... para ser devorado por a bulla, el atroche, el asalto. Pendejas estrellas, prostitutas inalcanzables.

Cada una vio, esa noche, entre sus billetes, uno chistoso. En algunos meses otras lo verán.

Santiago se llena de amor disparado, violento y fermentado.

jueves, octubre 05, 2006



Las manos colgaban lacias, a cada lado de la silla.
Sus rodillas pegadas y su espalda corvada.
Un cadáver callado, durmiendo desde el olvido.

Su cuerpo se ha convertido en polvo
y ha tapado las paredes, las cañerías, las bocas.

Alguien entra,
¿Su hermano?
¿Su hija?,
Tiene el pecho hundido y las orejas derretidas
de culpa...

Se acerca en silencio y se sienta al lado del bulto con sumo cuidado de no conmover el aire tieso.
Agarra sus labios con fuerza, los extirpa del rostro y los pone sobre el plato.
La sangre fluye hacia su cuello, hecha la cabeza hacia atrás, pintando el mantel y la madera del piso. No grita, no llora, no duele.

Mueve sus manos, y las dirige hacia su polera. Con suavidad deja al descubierto su pecho y con la yema de su índice busca el pulsar de lo inerte. No encuentra nada, su pecho está hundido, apoyado en el vacío.

De pronto truena un golpe tras la puerta del armario, mira al bulto pensando encontrar respuesta, nada... Otro... y otro golpe.
Se levanta y se arrastra hasta la raíz de esos sonidos, su cabello se suelta y vuela por el cuarto, como miles de zancudos en el insomnio. Tras la puerta, un ente desesperado salta y golpea su aura, grita y llora. Al ver llegar una mano cerca de sus tobillos cierra los ojos, y deja escapar todo el aire encadenado a su cuerpo, se desinfla y un aroma extraño a trauma invade la nariz del muerto.

Pero él... siempre inmute. Alarga sus zapatos y los planta sobre la columna vertebral del que abrió la puerta, resuena desde el piso un crujir de platos. El chicharreo del roce de los dientes con los clavos.
De asfixia su piel comenzaba a teñirse morada. Caminó unos pasos y estacionó su persona detrás del muerto Comenzó a olfatear sus orejas, su nuca, acarició los hombros y las mejillas, que se caían por pedazos. Agarró la boca del plato y la puso entre sus labios y los del muerto. Inspiró con esfuerzo a través de ellos. Inspiró e inspiró... pero nada, no había aire, solo polvo. Tambaleando y tosiendo llegó a la silla y se tumbó sobre la mesa. Intentó decir una última palabra, pero el muerto, a través de los labios ajenos, expelió un sonido mortífero, un silencio.


Ha tocado la puerta la hora,
y me ha recordado mis cadenas.
Estoy amarrado con las nostálgia,
amándola con cada sangrar.

Tengo que trizar mi piel y liberar mi asfixia.
Salir planeando por la ventana y empujar la calle
que rompe mis pies.

La nube de polvo que nada por las manos de lo mirado
me hace temblar en el pánico agudo y sobresdrújulo,
me tanteo paralizado...

No se puede llorar.

domingo, octubre 01, 2006


Quiero romper mi memoria,
reordenarla y elegir que tipo de alzheimer tener...

Los minutos que se han sentado a mirarme... me persiguen y tiran mis ojos, quieren tomar lágrimas... tienen sed de mi dolor.

De pronto me visualizo:

Estoy vestido de rojo,
con los ojos pegados a la pared,
teniendo miedo...
tiritando de miedo.
frente a mi, las cenizas escalan las colillas
y me sumerjo en la angustia...

El tacotear de tus piernas me susurra un recuerdo

Intento girar mi cuello, pero la escoliosis me tiene parapléjico
me tiene mirando mis pies descalzos, mi miedo tiritando...


Hoy los recuerdos son como hormigas... que comen mis nervios, que comen mi carne...

viernes, septiembre 29, 2006

Sabado 30, 1:04am

Ha sido un día detonante de mis vasos
de mis venas y mis ojos
Mis manos se han manchado en escarcha
y hay una grieta que surca mi cordura.

miércoles, septiembre 20, 2006


La micro atestada de bulla sin palabras.

Rellena de zapatos negros de Santiago,
que se resvalan en el sucio y derretido helado caido.

Los pasajeros desnucados miran la calle pasar,
y pasan horas con los ojos en blanco,
babeando la vida impersonal.

Amarilla y sonriente, como un mendigo,
penetra el taco y bocinea cantando al vecino.

Las micropersonas tiritan de aburrimiento, y los niños blancos
se duermen en el ronroneo del gato amarillo,
con negro,
con zapatos,
con vecino
y con vecino.

Se prohibe la converza, hoy todo es ilegal. Como la tintaa en sangre,
ilegible e intranquila.

milquinientos sueños se trasladan a chocar contra el asfalto,
la oferta de vida, un palpitar acaramelado.
Un culo se aprieta en la cuerina, sus brazos son de huesos y abrazan la piel de billetes sanguíneos.

Tápense la boca, que este aire está ardiendo en gas mostaza.
Quítate la ropa, que tu show es la mejor o-ferta del para-para-paradero.

Los tacos helados se destapan y descienden apurados,
Ellos quieren tener un microsueño.

Me arreglo la ropa al cuerpo, me limo las uñas en punta y comienzo a caminar por las horas.

Dirijo mis pies a tu puerta y rasguño la madera.

Tu estás tendido en la cama con los ojos abiertos y piensas que te están penando, pero no es así... Yo tengo la sangre tan densa que paso el umbral de lo fantasmagórico.

Sigo rasguñando la puerta, las uñas comienzan a ceder... Tu no. Sigues intranquilo, igual que hace dos horas.

La ropa me comienza a asfixiar y la respiración me hace jadear. Al escuchar ruidos tras la muralla agarro el filo del cuchillo... Me exita pensar en tu muerte.

viernes, septiembre 15, 2006


La entrada parecía sacada de la superficie, flotaba exhibiendo una puerta que se caía a pedazos.
Las ventanas laterales, tapadas en cortinas, dejaban traslucir la luz verde que emergía del cuarto cerrado.

Era una casa
de papel

Un hombre extraño pedaleaba por la acera mirando de reojo los arbustos dispuestos en el patio,
era imposible no hacerlo, pero nadie osaba a pararse frente-

¿Qué ladrillos sostienen aquella construcción?

Los cimientos se eyacularon hace años, sobre un cuerpo deshuesado... un invertebrado sonriente y crujiente. Se fueron erigiendo las paredes que cortaban la circulación del inerte.

No hubo gritos
No hubo llantos
Ni risas de espanto

Sus dedos eran negros y duros. Una semilla se aferraba a cada uno de sus nervios. Una semilla que se acostó entre las tripas y la tierra, arbustos verdes verdes verdes que las uñas parían.

Las costillas tronaban el silencio de su interior, ecos que hoy se esparcen por cada pieza. Un hombre yace bajo una casa.

No hubo nada
No hubo nadie

La cama se durmió sobre los dientes que se trituraban, explosivos polvos blancos de caries negras, hoy cubren cada esquina, mordiendo el aire, masticando lo inexistente. Arañas, gusanos, y polillas habitan en los muebles que salieron de sus orejas,

No logró escuchar
tampoco callar.

Una casa se mece en la latencia de una ciudad ingrata,
como un abuelo radiante de alzheimer.

El retrete sobre sus ojos escurre la mierda que flota en su cabeza. Las patas de la silla sobre sus genitales...

Para entrar no hay que limpierse los pies, ni saludar al dueño, solo hay que violar la cerradura.


No hubo tiempo
en la espera.

lunes, septiembre 11, 2006

El mundo sigue girando, pero ahora sin mí. Yo me he quedado paralizado, mi alma ha sufrido un trauma invalidante y se repletó de llantos, de gritos, de mal olor.

Estoy fuera de tiempo mirando mi cuerpo latir, estoy sentado en una orilla, engañado y esperando a que el día se queme y sus cenizas cubran mis pies.

Mi boca, mi boca tan chica, balbucea palabras de amor recién aprendidas. Aun no las logro decir con claridad ya que tengo la lengua tieza, tapada de palabras que no puedo escupir.

Así el mundo es como gira, todo se flagela y lo árboles que caen se erigen brotando nuevos paisajes con mas sombras.

La primera vuelta al planeta me dejó agotado, ahora me quiero acostar en una roca de costras, pero no me muevo.
He quedado inválido para subirme a los juegos... Fue mucha ilusión para un niño, éste se carió de fantasias tan dulces que dolían en sus nervios. Se rompió los dientes y la mandíbula, y además dejó botado los papeles en el piso.

Me he de castigar,
me he de castigar encerrándome en mi piel.

martes, septiembre 05, 2006


Vuelvo sobre mis pasos intentando encontrarte,
¿Dónde te quedaste dormido?

Vuelvo pisando hojas secas, y respirando un aire ardiente bejo un sol sin piedad. A veces el crujir de los recuerdos de otoño hace emerger ecos de risas, de gemidos.
y me detengo en el momento impreciso, me confunde el presente ausente, callado y árdio.

Sigo atrás, tan atrás como puedo... mi cara se vuelve abstracta, doblada de risa y nostalgia.
¿Dónde te dormiste?

Me acerco entre las maderas que encaminamos y me pierdo en una ciudad ignorante, como aquella vez. Intenté sentir nuestro calor perdio en las barandas, hoy están frías.
Mi fracaso se opaca con mi imaginación y me subo a un bote de papel, donde el agua turbia está furioza, y nos lleva sin preguntar a la mitad del mar.

La nada es un lugar callado, inerte y destructor. Estamos los dos: tu estás despierto, y yo te hablo cerca del oido. La nada es ruidosa, como la noche. Hoy, como siempre, repito lo mismo, mi misterio es simple, es corto... Talvez ya me descubriste, ahora que estás despierto.
¿Dónde duermes?

Me tocaste el hombro mientras flotabamos y yo me puse nervioso. La noche me provoca, tanto como tus abrazos, pero aquí hay nada. Las nubes transparente acarician nuestras pieles podridas, sonreimos... luego lloramos.

A lo lejos se ve una tierra prohibida, pequeña y nuestra. Rezo a escondidas... no te duermas. Alargo mis brazos contra el tiempo, el reloj come, es voraz.
Grito en mis entrañas.
¿Con quién duermes?

El día acecha con su esplendor y el pánico nos abraza.
Has sacado tu pincel y pintado mi espalda, dibujado mis huestos. Teñiste de rojo mis labios y mi sangre, al final rajaste mi rostro para poder sonreir.
Ahora que hemos llegado practico mi risa, frente a tí no me avergüenzo.

Amaneció y tu piel está mas pálida que nunca... ¿viste un fantasma?
¿dormite junto a él?

Mis brazos corren hacia tí, pero antes de llegar me aferro a unas cenizas.

Hoy mi risa pudo ser perfecta, pero mi boca besó el polvo y mis dientes se rompieron al morder la muralla.

El barco se mece en la nada, en él están nuestras ropas y un eco que destruye....


¿Estás durmiendo?

Es la hora en la que me siento como un condenado,
es la misma hora que ayer me sofocaba con sueños.

Las horas, desde la mañana, van aumentando el sabor de piel. Es de esos sabores que dejan restos de acidez en la lengua. Cuando se come poco para dejar por largas horas un mal aliento y desagradables sabores. No es nada nuevo, ésto ya lo he vivido... pero ahora lo siento presente.

Mientras duermo me he dado cuenta que balbuceo en exceso, que estiro mis piernas y mis brazos fuera de la ropa asfixiante intentando encontrar otro bulto. No es nuevo que la cama está tan vacía como mis sueños, tan vacía como soñar con lo que acabas de pensar un segundo antes de caer por el colchón... y volverte tan onírico como es posible, tan onírico como cada paso que doy cuando despierto, cuando voy caminando por calles eternas y ruidosas viendo mis pies avanzar... y yo voy tan atrás, soñando en dormir.

No se de cuánta imaginación puede sobrevivir un ente normal, no tengo idea si es sano, si es rico, pero a estas horas no me importa. Así me transporto a mi pieza, repleta de polvo... dejada como mi vida. Me fui de viaje, esperando nunca volver, llegué y ahora siento lo opaco de cada suspirar, de cada rutina sin brazos.

Me repito un "vamos" para levantar mis ganas de esta silla, me repito varias veces a mi terca presencia sin tener respuesta. De pronto el reloj me empuja y la inercia me mueve. Mi cama está abierta para arropar la soledad, al verla doy un suspiro... en un momento soñé que era diferente.

Ravotril para un sueño

miércoles, agosto 30, 2006


La noche fue ingrata para él
trajo consigo momentos de penumbras
y una lluvia soleada.

Su cigarro colgaba de los dedos,
sin fuerzas. Apunto de caer, a punto de desaparecer en el cenicero
como sus sueños, como sus anhelos.

La pantalla lo iluminaba con suavidad
y su rostro aparecía entre las sombras
como un fantasma inconsciente

Estaba hace muchos días en la misma posición
a punto de...
en la frontera de lo inequívoco.

Sus ojos no miraban
y estaban abiertos al aire seco que emergía de la estufa
estaba a punto... estaba a un paso.

El frío que sentía no se opacaba con el infierno que lo envolvía
estaba muerto, trastornado con la vitalidad imaginaria
Le habían llevado la comida en la tarde
y aun no lograba teñirse de sabores

Su aliento inoloro
su mirada incolora
su boca insípida
Todo se desvanecía a sus pies
estaba a punto, a pocos minutos.

Agarró un papel, y escribió su nombre
lo arrugó antes de continuar
y se fundió con la montaña de nada que nacía a su derecha

Las voces de la calle, el ruido de las motos
estaban cerca, casi.

Se pudría
y el olor nunca salía
se quedaba en sus fosas
entre sus piernas
dentro de sus labios

Estuvo a punto de hablar
pero el frío ya había congelado su mandíbula

estuvo a punto de cuajar una idea
pero casi se olvida y no logró vomitarla

desapareció frente a la pantalla.
es otro fantasma nocturno
que acumula la rabia
y el dolor

que se mece en la silla, y que escurre las cenizas al suelo.
Hoy, mi nostalgia es crónica
Es un tumor maligno que recorre mi carne
Me vierto, de a poco, en los recuerdos
y me baño por completo de tu nombre

mis cenizas son oscuras
repletas.

Alargo mis brazos, tanteando la soledad
y un frío me acoge,
no hay espacio para sonreir
tengo la boca tiesa
y mi cerebro impregnado de inmovilidad.

martes, agosto 29, 2006

La mesa estaba servida hace varias semanas, dos platos blancos que se rompieron en soledad.
sobre ellos estaban cuajados los secretos, eran verdes y aun estaban cálidos.

Llamaron por horas al teléfono, nadie contestó... Al otro lado un cuarto vacío respiraba en todo su resplandor. Alguna vez ahí vivieron, ahí juraron eternidad.

Las camas sin ropa y un frío que carcome adornaban el cuarto.
Jamás se supo cuando abandonaron la rutina, solo un repentino suspiro los hizo desaparecer... Dejando las cortinas abiertas y un viento que empolvó las cartas viejas y rayadas.

Nunca fueron felices, les daba vergüenza, en cambio cada día les sabía más amargo.Primavera, otoño, lunes, invierno... Daba lo mismo, el aire enrarecido no se iba, era de ellos... era ellos.

El teléfono dormía bajo las toallas, tiritando casa noche cuando llamaban y no habían palabras que responder.

¿Cómo explicar la soledad innata?

En esa pieza las murallas pintadas en nicotina se despedazaban, cada día, botando consigo risas y llantos guardados bajo los ladrillos.

El televisor llenaba de nostalgia la oscuridad, con gente hablándole a nadie... Ellos sabían que en las noches de pánico y angustia nadie está en vivo, nadie vive a excepción de su lágrima flotante.

La mesa estaba servida, estaba podrida. Las moscas nadaban bajo la ténue luz que no alumbraba.

Cuando fueron a ver la desolación encontraron las puertas abiertas, y las dos camas de una plaza juntas y desechas.

Habían dormido a saltos, se despertaban en la mitad de la noche a ver si el otro aun seguía vivo, al sentir la escasa respiración se hundían en la almohada corriendo tras el sueño que se hundió en el mar.

No hubo nada distinto aquella noche, simplemente en la mañana cada uno partió sin decirle al otro... que nunca volvería.

viernes, agosto 18, 2006

¿Cómo se deja de ser?

Es tarde y no pertenesco a estas calles. Me encamino a ningún lugar. Hoy no estoy perdido... Hoy no se donde ir, porque hoy no es para mi. Hoy es para ser de asfixia y de frío, para estar sin tí y ser nada.

Mi cuerpo se repleta de nubes, las siento moverse carcomiendo mi carne. El cuerpo se me retuerse en la incertidumbre y no logro llorar, no puedo callar. Por un minuto me dejo ir, me permito caer por las miles de escaleras de papel que recorté soñando, están ardiendo junto con mi estómago.

Se me agotan las ganas y caigo en mi inconsciencia, veo tristes figuras acariciándome, una de ellas está llorando, me está comiendo la pena.

El olor a mierda está sobre mi y no me logro mover, hoy me he acabado. Veo las marcas que dejaste en mi piel, con tus dientes, con tus muelas, tus dedos... tus palabras.

Me esparso por el suelo, intentando escapar, intentando desvanecerme, ser volátil y abrazarte el aire que no está.

Miles de pies me pisan la vida, y soy otro chicle de asfalto en sus suelas.

Lentamente voy dejando de ser, me voy fragmentando al olvido, escupiendo húmedas palabras sin destino. Hoy me di cuenta que no vivo, que no caminé, que nunca hablé... Soy solo mi imaginación.

jueves, agosto 10, 2006


Es lamentable el silencio, tan lamentable como mi latencia.
Con tu boca tan sellada y tus brazos caidos me traes, en una bandeja, dudas para guardar en mi bolsillo, para sacarlas a pasear cuando no tenga qué hablar.
Es confuso el silencio, hace tiritar mis huesos al sentiro ambiguo, es tan ruidoso a la vez...
Hoy la lluvia me ha corroido, y desde la mañana he andado tambaleando. La noche enfría con profundidas cada minuto, hace que me duelan los ojos... ahora no miro para esperar a que el clima cambie, no escucho el viento que acecha, ni toco en silencio la hora que no llega.

jueves, agosto 03, 2006


¿De dónde salen estas lágrimas?

Salen del tiempo, de mi estómago... Salen sin permiso.
Corren como un ave migratoria, buscando tierra fértil para defecar.

¿Soy una de esas aves?
¿O soy un masoquista que no disfruta para sufrir mas?
¿Me he convertido en una lágrima?

Si, en una de árbol, pegada a la piel dura que afirma la llave. Soy agua salada, saliva del dolor. La lengua parda del ermitaño.

¿Dónde crece y madura la pena innombrable?
Sobre el aire seco, sobre hojas secas, sobre pieles secas y sobre todo... sobre ojos sin fondo... Secos.

sábado, julio 29, 2006

Hay alguien cerca de la baranda. mirando la calle vacía, escuchando la puerta no sonar.

Una mujer sola, sin senos, sin ojos, sin ropa. sus hijos le comieron el cuerpo, las masticaron dejándola inválida.... en el subterraneo de ese catorce piso.

Es una mujer gris, con la boca blanca. Pronto ya sus ropas serán rojas, como una bolsa de basura. Alguien lanza miradas desde el cielo, nadie las atrapa, solo la calle vacía... sin autos... sin árboles.. sin vida.
Lo invisible... mi anhelo.

Quiero un alzheimer universal y momentáneo.
desaparecer sin preguntar, callar sin ocultar.

un seno oculto, ya sellado. Una leche aguada, de instinto maternal.

Por un momento no tener amigos, ni familia... solo este cuerpo y unas arterias telefónicas.

Entre fantasias quise ser...
invisible
indecicle
e incontrolable,

Ser latente y trasladado por brazos envasados.

Robar y arroparme del frío que sentía, cuando ente el gentío un hielo nacía.

Estar un día entero espiándote. mirándote. asustándote.
Me gustan tus saltos de miedo y tus lágrimas sin fondo.........

lunes, julio 24, 2006

Dejó pendiente, sobre el velador, su nostalgia de lluvia
y salió, sin tener escrito en sus retinas el espejo trizado.

Caminó a escondidas del viento, jugando a no sentir frio. Se rió de los árboles y sus hojas. Ellos solo lo miraban pasar, como a cualquier palabra gritada, de esas que vuelan rápido soñando con no estrellarse.

El cielo se recojió, dejando libre sus manos.
En la ciudad, abajo... muy abajo, llovía, llovía como nunca. El suelo se ahogaba y vomitaba el aire guardado, robado del cementerio. Aparecieron entre sus pies, burbujas color café, frágiles.
Metió sus manos a los bolsillos y se encogió de hombros. Sonrió.

Sus pies se comenzaron a enterrar, su cuerpo exigía raices. Con dolor su carne era succionada por la tierra, manos húmedas repletas de guzanos tiraban de su piel, fuerte. Se hiba hundiendo, desapareciendo entre el pasto y el asfalto.

Estiró sus manos y agarró el cabello de la plaza, la tierra gritaba. La tierra se conmocionó y apretó mas las caderas. De pronto se vio con el pasto entre los dedos y no alcanzó a rogar perdón, solamente una masa de tierra entró a su boca prematura de gritos, y la ayuda se enterró hondo, con los gritos en la lengua... a punto de explotar.

En la plaza los juegos eran solitarios, acariciados por la lluvia, los árboles bailaban sin parejas y la tierra respiraba con tranquilidad, de esa que agobia.

miércoles, julio 19, 2006

Hoy salí apurado de casa, sin avisarle a nadie. Por un momento, mientras cogía mis cosas, me sentí un tanto más grande. Un algo más seguro para caminar solo de noche.

Cerré la puerta con cautela de un incauto y antes de correr le mandé un beso de aire a las paredes de mi hogar (dulce).

El beso nunca llegó a golpear la puerta, cayó en el barro de la entrada.

Ya estaba muy lejos y muy cansado cuando comenzó la persecución. Estaba lloviendo suave, en forma insípida. Mi rostro estaba callado e inmute. Mi cuerpo devastado, intranquilamente insomne.

Me tomaron la mano, la soltaron al ver que estaba fría... Fría como la soledad.

En la entrada de mi casa un cuerpo extraño ha comenzado a brotar, un bulto oscuro de piel podrida, con brazos y ojos por doquier. Un algo bizarro llamado recuerdo.

domingo, julio 09, 2006


Avanzo cerrado, cortado

Destrozado

Como la gallina de la noche, que hoy corre por la casa con la cabeza en sus alas.

Cada día me siento en tu plato, y me regalo, para que digieras un aliento y tres suspiros.

Me voy a la vida que agobia, arrastrándome como babosa por la ciudad, dejando mis heridas nunca cerradas desparramadas en pozas donde el cielo no se ve. Santiago se viste de costras, costras duras y ásperas. Huelen a rabia, a pena.

Dona el asiento!

Tus cicatrices

Se posan en tu tierra de tantos pies. Se cubren son saliva seca de ultratumba.

Se dibujan y pestañean, pero los pies polvo ácido levantan, y cae como nieve sobre niños anoréxicos con hipotermia. No es un invierno congelado dentro de una casa-estufa-amorosa, es un hermoso baldío, olvidado, hace mucho apreciado.

Las toco a ojos cerrados, como un ciego leyendo el alma con sus yemas en piel desconocida, libro en braille. Y mientras deshojo historias mi cara se vuelve volátil, baila con altibajos de risa y angustia. Se deforma como el humo de una nicotina devorada.

Me enamora tu paisaje de dolor, de moscas y puntos. Tus cicatrices invisibles me excitan. Me desmayo a medido que abro tu capullo y las hojas caen como cristales a mis pies. Me desmayo como un niño frente a una cascada de dulces, de caries que ruedan con sigilo y que penetran la boca abierta de impacto del INFANTE.

Cerros de lágrimas, grietas de olvido y soledad. Dibuja... mi vida.

Pon tus papiros sobre mi cerebro, pon tus papiros sobre mi pecho. Armemos el rompecabezas, terminemos la pieza y deshagámonos de lo abstracto de estar lejos.

Te pinto entrañas en tus ojos, me tatúas un palpitar entre los pulmones.

miércoles, junio 28, 2006

Las campanas han sonado, en silencio, con ruidos secos y oscuros.
No han brotado ecos, solo susurraron un hecho sellado, opaco.
Nadie sucumbió al pánico.
No corrieron por las por las escaleras la masa de escolares uniformados latentes de libertad.

Ni yo escuché las campanas.

Otro año, otro invierno con cara de máscara, similar a los de antaño,
se ha posado en mi puerta y ha entrado sin pedir permiso. Se acomodó entre mis vértebras, junto con los otros, aumentando el peso.

Otro año ha fluido como eyaculación, pero su sabor no es el mismo. El amargo sabor de siempre y el miedo de lo finito están ausentes. No están entre sus dientes afilados.

Esta nueva lluvia viene cargada de agua hirviendo y por primera vez en mi vida no sufro porque mi mano alargada en espera está fría. Un tesoro apareció como colonia de hongos sobre mi podrida estadía. Un valor de palabras y de caricias, de miradas acolchadas.

Toc Toc
Entra en mi cuerpo,
hoy eres bienvenido.
Tengo la cama hecha,
con sábanas sueves de lonjas de piel santa, encremada.
Hoy ya no soy virgen de edades remotas, no me duele su violación.

ENTRA!
Entra y vierte tu esperma de segundo sobre mi risa, que hoy no la marchitarás. Entra y trae tu madurez obligada, madúrame y púdreme, que hoy el tiempo me ha dado un buen regalo.

Camina y pasa tu lija sobre mi cuerpo, usa tu suela destrozada y de puntas sobre mis manos. Ya no te miro con miedo, tengo entre mis dedos aire cálido y me preocupo de respirarlo por completo.

NOMBRES:--
Se han perdido entre mis hojas desplantadas de cuadernos de memoria. Pero han diseñado la mirada y el misterio que expelo como sobaco.

Como hedor de hombre de 20 que nunca elijió no sentir. Un ente forjado a gritos de tortura. Un niño alargado, duro, pero de tiza.

La alfombra de lenguas está aspirada y reluciente para tu barro de otoño-invierno en tus pies. Límpiate bastardo, eres bienvenido. Pasa al baño antes de darme la mano. No quiero hoy escucharte parafrasear, citar mi vida incompleta.

NO QUIERO ESCUCHAR LO QUE NO VI.

De hecho, despoja tu mochila y bolsillos en la entrada, desaparece tu regalo de órganos, de estómagos envueltos en hojas recicladas, de dedos vírgenes que me apuntaban acusando soledad, de bocas puériles que se movían nadando en un lago de saliba.

Te aviso! no me parafrasees!
No oses a leer mi vida. Hoy no quiero copas trizadas para brindar mi cercanía al fin monótono, de la tortura china.

Ven solo, desnudo. Te pondré sal, paté y mermelada de sesos. Te devoraré a gusto, pero no me engañes... Deja tus espinas de pescado cuando te limpies los dientes.

Eres bienvenido, junto con los sonidos secos. Si puedes aceptar mi tibia mano, quédate conmigo. si no, lárgate a otras latitudes de mi cuerpo, a mi rumiante estómago... para luego defecarte sobre tu repetición.

lunes, junio 19, 2006


A pesar del brusco movimiento del vagón, antonia se mantenía firme, aferrada a su cartera, a su chaqueta y con la tercera mano envolvía el metal de seguridad (por no decir falo de fierro). Su cabello recorría libremente su espalda, acariciaba sus orejas susurrando a su interior que se mantuviera en esa posición, que el placer momentaneo no debe tomar de la mano la culpa. Debe beber del silencio y de la confidencialidad.
Antonia, bello nombre, en éxtasis.

Dedo a dedo dejó sin fuerzas su cartera. Fue quiebrándose a medida que escurría, junto con el viento, la pronta llegada.

Con la vista perdida en la caida inminente, se liberó por completo de su afán. El bolso se rebentó en el piso, expulsó de sí, vomitando, recuerdos entre billetes.
Rodaron entre los pies de los sentados memorias de Antonia. Bailaba en su degradación ante esos manikies inmóviles. Acariciaba lo intangible a través de su descontrol.

Se fue despedazando de a poco, liberándose de su carga. La lanzó, mejor dicho la soltó, al piso. Eran años de aguante, largos días de suspiros en ese cuarto, agachada mirando el agua. Cuando sentía rabia de esconderse tras las sábanas, de saborear de la mano ajena el aire enrarecido de su sombra.

Su dedo estaba encarcelado por un anillo ingrato, encadena a un feto infecundo. Un coito sin palabras, de esparcir su piel por el colchón y dejar de ser. Sus cabellos mal cuidados, nacidos en una tierra seca y agrietada, ahora vibraban en sus hombros vencidos. Su vestido largo, relavado, replanchado se ajustaba a sus caderas y rodillas.
Mordió su lengua. No quería que el oido vecino la apuntara. Sangró un tanto por sus labios apagados.

Dejó, por primera vez, fluir la inconsciencia, liberando la mirada de locura escondida tras sus lágrimas secas y sus lentes oscuros. Sintió la libertad, con sus manos ásperas, en el aire que soplaba entre sus dedos.

La bufanda se había quedado enganchada en sus tacos, como un pétalo prendido de sus espinas, y se tensaba a medida que su espalda se enderezaba. Subía con ardor una asfixia orgásmica, que llegaba a su cuello y revelaba un gemido callado, escondido, inperseptible. Su cara se comenzó a bañar en sudor, mientras sus piernas se apretaban clausurando, sellando, un orgasmo.


Los ojos la apuñalaban, la mirada inquicidora de amargados ratones carroñeros, sedientos de morbo. Antonia no los veia, pero en sus erizados pelos ardía su presencia. Un olor a flores embriagó el vagón, un perfume obligado en su cartena se había desgarrado, y su sangre escalaba los tacos, las piernas, hasta llegar a su vientre.

Contuvo en su pecho un grito agónico, afónico. Su carne exigía libertad en cada pestañear.
No pudo seguir conteniéndose, se rebalsaba de pasión. Hasta el cuello, y todo flotaba en sudor, en lágrimas, en carcajadas.

Su chaqueta se desmayó. Su falda dejó de abrazarla, como amante a su cintura. Su espalda, a medida que su polera se rajaba, se enconvaba, quedando su cabeza colgando, como pendón, hacia el piso revuelto de entrañas.

Amanecieron entre los botones, en el alba, dos senos estrujados. Sus piernas gritaron, gritaron, gritaron. La vagina se contraía, se reía, abriendo sus dientes.

Ambas manos su fundieron con sus piernas, su vertebra se unió a sus muslos. La pelvis de Antonia miraba al gentío estupefacto, y les cerró un ojo. Al pestañear nació el fruto, el engendro engendró, luego de años de contracciones, un bulto húmedo. Una lágrima aguda, que gritaba, que pataleaba.

miércoles, junio 14, 2006

Mi cigarro se acabó y ella aun está en esa pieza,
no quiere salir, se ahoga y no atina a nada.

Escucho voces, un monólogo entre el teléfono y ella. No comprendo que dice, pero se que es él. Vendrá por ella, se la llevará lejos, las sombras se mueven rápidamente en el pasillo, la puerta no se abre, no quiere salir, grita como presa de un asesino. La mataron, ahora solo quedan pedacitos de ella: un dedo, un pie, un ojo.

La música suena fuerte, solo para que los gritos desgarradores no se escuchen,
no los escuchen.

Grito, salto y corro, pero ¿para qué?, si ella no vive, si ellos no me escuchan.

Impotencia, las sombras salen violentas del cuarto,
la bolsa se arrastra liberando el interior de ella, entra el líquido rojo y tibio por debajo de mi puerta. La sangre hierve, la toco y se me pega al dedo subiendo y tapando toda mi mano,

mi brazo y luego toda mi cabeza, estoy rojo, lleno de sangre por todo mi cuerpo.

Toco la pared fría dejando un camino borroso de sangre.
Me acuesto, dejo mis sabanas rojas, se pegan a mi cuerpo, no puedo dormir,

estoy muy despierto para hacerlo.

Busco mi celular, está arriba del televisor, me trato de levantar, pero ya no puedo, las sabanas no me dejan salir, están tiesas.

La sangre sigue entrando, inunda mi pieza, mi cama flota en sangre. Recuerdo mis tiempos de rock and roll, mis hermanos bailando en su pieza y mi padre pegándome. Me doy cuenta que el tiempo se me acabó, ya que todo se acabó: la música y el cigarro.

La sangre llega al nivel de mi ventana, mi desorden flota, mis cuadernos, mi radio, todo flota en sangre hirviendo.
Miro al patio, hay sol, todo es relajado afuera, todo vuela.

Encuentro el tip-top, saco el filo. No se donde cortar, no veo mi cuerpo, ahí está mi vena. Me la corto, la sangre empieza a salir como de una manguera, empiezo a desaparecer, todo mi cuerpo se convierte en sangre, me degrado, me uno con la sangre de ella, mi pieza está casi llena de sangre, mi cabeza tocará el techo, mis ojos se escapan y se unden, solo veo rojo.

Siento como mi cabeza se aprieta al techo, va a reventar. Solo quedan fragmentos de ideas, no se dónde estará lo otro, mi cerebro se fragmentó y se fue al fondo.

Ahora estoy como ella, junto a ella.

Frag
men
tado,

pero se que mi corazón nada junto al de ella.

(antiguo texto)

miércoles, junio 07, 2006


Los días se vistieron de nubes invernales.

Se pusieron un techo con goteras,
de un paraiso en las nucas,

donde algunos lloran desbordando cualquier rio.

Los días y sus minutos se transforman ahora en espera.
Son largos y contados segundos, 1.2.3.4.5...
de estar sentado con una lágrima en la mano,
esperando el disparo para salir corriendo a abrazar lo que cobijaste con cautela.

Son a veces lapsos, ajenos, de éxtasis.
Que aparecen asustando,
pero que luego brotan un aroma cálido... uno adictivo.
Es cierto, es adictivo, enfermizo...

Obsesivo de encantos.

miércoles, mayo 31, 2006


El re-encuentro

Suspendieron el sueño nocturno
y abrieron sus bocas para pronunciar el silencio.

Fundieron su transpiración,
mientras sus manos recorrian terrenos áridos,
terrenos húmedos.

A veces surgía de sus cripas una voz,
un eco.
De la otra, un balbuceo socorraba la respuesta.

Tenían tanto que decir.
Los muertos temblaban por hablar.


La ilusión

Desenrredó sus piernas de las otras y se detuvo en la puerta.
Miró detenido en su boca, en su pecho latente...

Dejó atrás la noche para volverse día,
un día de caminos a ojos abiertos.
De curvas.
De esquinas.

martes, mayo 23, 2006

Hoy goteó, con un tono burlezco, sobre nuestro cabello.
fue una carcajada del cielo
que escupió un par de anhelos en nosotros.

Escurrió, talvés, una hoja esquiva hacia la deriva.

Éste es un clima cobarde, que opaca y tensa el arrastrar,
un tiempo de suspiros, del meditar para no actuar.

necesito un balde de agua que ahogue el dolor de espalda
y que quite la cobardía del segundo.
Una lluvia mortífera que apacigüe la muralla de nada que se mantiene en latencia.
Sentado percató lo extraño de este otoño.
Apoyó su espalda contra la muralla,
esperando el crujir de su fragilidad,
como siempre, en años de antaño, fue.

Con ira en las llemas, afirmó sobre la rosa su incertidumbre.
Creyó que podría inducir un otoño en las entrañas.
Veamos ahora, como el invierno será.

miércoles, mayo 17, 2006


recaemos,
cada uno en su cama y
hablamos a la distancia,
sobre lo unidos que somos.



me retuerzo en malos temblores
y algunos llantos me conmueven,
me vuelvo compasivo?
o es una traslación del egocentrismo?

vamos sacándonos los zapatos
y caigámonos ante nuestros pies.
sintamos el peso de nuestro actuar
y, de lo superfluo y volatil que es nuestro cuello.

lunes, mayo 08, 2006


En busca del ser perdido...

(De trozos de papel escritos de vida)

Me encuentro tras una lágrima
que no quiero saborear.
Tras una mueca :
no se sonreir.

Ente sin boca ni ojos,
entre subjetivo y transgredido.


Cruje la mandíbula al abrirse para hablar,
duelen las palabras...
y también duele cuando silencian.

Vamos de ruido en lapso y
tragamos lo que se aproxima.
La muñeca de lado me apunta con su tiempo
y el tic-tac de la superflua vida me acosa.

Me miro de reojo
(me da miedo hacerlo)
y me repito mil veces
que he dejado de ser.

Pasan las tardes,
llega la noche
que ya no me oscurece
no opaca (no sombra)

En nada me he escrito...

En busca del ser perdido.

domingo, mayo 07, 2006

Las aves comenzaron su camino.
despojaron en el barro sus bolsillos,
escupieron sus plumas gastadas,
tejiendo el piso de tiempo.

Revolotearon un tiempo sobre las cabezas,
avisando a todos su partida.
Unos se asustaron y escaparon a sus puertas cerradas,
otros ni siquiera sintieron las sombras a sus pies.

Con una lágrima en el ojo y un recuerdo en sus garras,
largaron planeando entre vientos violentos,
esquivando murallas de manos
y besos furtivos.

Gritando por los cielos rasgan el vacio,
gritan de dolor.
Ellas no pueden amar lo que nunca tendrán.

Pasajeras que solo saborean el segundo que intentan atrapar entre sus alas.

Un nuevo amorío las mueve,
nuevas ilusiones en otras latitudes.

Ese romanticismo plumífero
que espera el último grito para amar la eternidad.

jueves, mayo 04, 2006


casi siempre


Seguimos caminando,
a veces mirando los papeles del suelo.


Seguimos tropezando,
a veces con las mismas miradas.

Entre palabras, una se quedó pegada a mi lengua.

y a veces me doy cuenta, antes de seguirlas escupiendo:

Me puedo rebajar hasta saborear mis pies,
puedo ser vomitado
y pisoteado

A veces, cuando quiero.

jueves, abril 27, 2006

Los días negros no resguardaron su ira
Entraron con sigilo, nadie esperaba que llegaran
Ya dentro, escupieron riéndose

Drogados, trataron de perderse y condujeron horas enteras
Esperaron dentro de mi boveda, en mi boca de serpientes

Muerte, muerte de hilos negros,
Un sin fin de historias, amarradas entre sus quebrados dedos.
Rascan heridas con sus uñas amargas y
Parafrasean las horas, con susurros al oido... de esos que duelen
Hasta el estómago
Y hasta el fondo.

miércoles, abril 19, 2006


En el vaivén de una extña tarde
recosté mi inquietud sobre el útero de barro.
me regocijé en sus ásperas manos,
acarició esa tarde a su hijo,
mientras mis ojos tendían a cerrarce.

Su respiración polvorienta me regaló sueños desérticos:
Un cactus de sangre quiebraba el horizonte
y me apuntaba con sus dedos de dolor.

Me escabullí lejos del ente,
me volví arena en el silencio
y eterno en la infinitud de la nada.

Desperté y su pecho humedecí con gratitud.
Quise fundirme a ella, y respirar su inmencidad,
pero me respondió, en silencio,
que el otoño aun no llega.

martes, abril 18, 2006


Tienes la cara borrosa
y una boca sin labios.

Tus ojos sin fondo,
cerrados.

Me acerco con sigilo,
te toco el hombro
y te haces el simpático
para luego callarte en tu risa.


Golpéame fuerte,
pero no me degolles con tu silencio.

Di que no existo,
no me hagas sufrir para existir.

Lograste ser mas extraño,
así quemaste mis restos de cordura.

Me he vuelto un horate,
con la sangre densa de esquizofrenia,
con los ojos abiertos,
saliendo de las cuencas.

lunes, abril 17, 2006

pequeñeces

eso encontramos hoy
en el lugar de golpes

a detalles nos paseamos
y nos quedamos con lo que nuestras manos toman

condimentamos la tarde con pimienta.
esas pequeñeces que endulzan el amargo vivir.

miércoles, abril 12, 2006


Estuvo perdido unas horas
Intentando buscar el lugar de espera caminó bajo fríos edificios, que se imponían con su inercia.
Al principio doblaba sus huesos para no derrumbarse con el golpe violento del que viene en frente, después se dejó seducir por el dolor. Sucumbía de risa y placer ante el moretón que iba a quedar.
Nunca preguntó la hora, ni vio la muñeca azul que llevaba colgando del brazo.
Esos dedos arácnidos se movían con el viento, acariciaban su rápido pasar,
esos dientes amarillos chocaban entre sí. tenía frío.

La bufanda que asfixiaba no servía de mucho en el basurero
y el chaleco que dejó en la banca a nadie abrigaba.

Su nombre no importaba, era un ser que olvidó ser. Su estaba cara desfaciada y su mirada trangredida por las lágrimas.
Así las minutos se cobijaron en el cielo y lo pintó de negro.

Un lugar de escondites es la noche y se volvió sombra entre la ingratitud.
La luz del farol ya no lo acorralaba, estaba ausente y mendigo de sentimientos.
Se preguntaba en el silencio dónde debía esperar y miraba de reojo una esquina.
No se escucharon los pasos en el barro y su respiración escasa no se evaporó en el hielo.
Se sentó entre los papeles de velocidad y las hojas de tiempo. La sombra estaba tranquila y la noche no traía su ira luminosa.
Se sentó a esperar en el reloj del palpitar, degradandose con cada inspiracion. Esperó y esperó.

Estaba perdido antes y ahora no sabe que esperar.

martes, abril 11, 2006


estoy esperando con los codos en la mesa
mirándote, bajo la sombra que emerge de tu ausencia.
y mis oidos ansian las palabras que guien mi pensar de ti.

me miras, esperando movimiento, que mi expiración revuele tus cabellos
revele tu risa o llanto efímero. pero yo espero a entender.
se escriben sobre tu rostro onírico mis letras
y tu sonriza esta dibujada por espacios. tus lágrimas derivan de un punto.

dime, qué hacer contigo?

domingo, abril 09, 2006

¿cómoatraparte?
¿cómodestrozartuindependenciaydejartupielentremisuñas?
quieroqueteadictesami.
quecaminesconminombrey
quetesuicidespensandoenmi.
(peronolohagas,paraquetequedesconmigo)


poseción.

martes, abril 04, 2006

bajo su piel

una bolsa de órganos tirada en una construccion fría de acero.
se balanceaba, goteando la inerte mirada. el charco de latencia quedó
plasmado en forma pegajosa sobre la arcilla.

dos luces blancas iluminaban la noche:
unos faroles olvidados por la comuna.
había bajo ellos, en su abrigo, un ser dejado por el tiempo y espacio.

la bolsa crujía a medida que se iba desparramando al piso, y las miradas
inquisitivas que transitaban por la calle se desviaban hacia el negro
horizonte.
esos susurros desgarrdores nadie los escuchó, el se los tragó a pedazos,
algunos los guardó en sus bolsillos y otros los enterro con sus uñas en el
pasto.

es una tragedia que nadie conoció.
ni él se percató.

de pronto se vio a sí buscando entre su piel, bajo su piel, algo que lo
hiciera existir.
a medida que avanzaba, en una bolsa se desplegaban su partes perdidas, ahora
podridas.
llegó, soportando el ardiente dolor, hasta ese recóndito escondite...

pero era demasiado tarde para darse cuenta que ahí nada había. donde nada
habita.

la semana pasado, no existió
el martes desapareció al momento de despertar
y el miercoles, no lo viví.

el viernes fue un sueño bizarro
que se escapó, dejando un escupo en mi pera.

¿cómo hacer para volver a lo irreal?
intente caminar en una pesadilla, aun así el martes no regresó.
cuando fui a cambiar mi extrañeza, el jueves susurró que mañana no
transcurriría.
le creí y ahora me quedo mirando el reloj
esperando a que el día se queme con el sol que se fue.

sábado, abril 01, 2006

recuperar el aliento es un arduo trabajo
primero debe uno sentarse lentamente,
expresando con las manos, un ácido dolor en el pecho.
doblando la cabeza mirar el techo que se acerca con ímpetu.
con esfuerzo hay que atrapar el escaso aire enraresido que queda en el espacio,
y retenerlo antes de arrojarlo entre tus manos.
la segunda parte es un tanto mas difícil.
debes, con tus manos, rozar tu cuerpo rápidamente,
pensando que el estar consciente de uno tranquilizara.
debes mirar hacia los lados,
pero no te debes fijar en nada.
solo doblar tu cuello y ver una difusa imagen.
cuando el oxigeno cuamienza a aplacar los puntitos blancos
te levantas y retrocedes hasta apoyarte con una pared (siempre la hay)
tocar su frialdad inerte es un paso recomendable
antes de seguir corriendo.

miércoles, marzo 29, 2006

sábado, marzo 18, 2006


Su presencia penetraba el gel de aire, producto de la transpiración y de los gemidos sin transfondos.
Prontamente, con sus dedos aun espasmódicos, puso en lugar su calzón y su tranquilidad. Miró rapidamente su alrededor: las sabanas arrugadas sobre la alfombra, unas copas rotas de sangre y un bulto de organos durmiente.
Mientras arreglaba su polera recordaba una plaza vacia y un invierno acariciador, una chica segura sentada en la orilla de una fuente y un tipo mirando detras de un diario.
Las primeras palabras que se cruzaron no obtuvieron mayor resonancia, fueron en esencia un desgaste de aire comprimido.
"Te miraba pensar mientras leia sobre la pobreza de santiago, y algo en tus guantes me desvistió, desgarrando los botones de mi camiza. Podría susurrarte un par de actualidades, podría guardar en tu bolsillo un par de recuerdos que luegos desvelaras, sola en una cama deshecha. "
Un suspiro se virtió y su mirada solitaria acompañó a un extraño en su habla. Su forma de ser no era nada especial, no era mas que una persona cocida de granos de sal. Sus guantes negros sostenian de un hilo el libro que algun amigo normal había regalado, un libro que llenaba el tiempo frío de bicicletas y gatos domésticos.
El reloj contaba su rutina, y su sostén se iba armando sobre un cuerpo de montes aridos.
"Me iba dando cuenta que desde hace un tiempo no logro diferir entre las palabras y el chichirrear de una cadena. Te iba viendo caminar hacia mi asiento cuando en mi cabeza se agolpaban las insaciables ganas de correr a casa. Desistí al ver que mis piernas no se movían y que mis ojos estaban tendidos sobre tu traje negro y tus brazos lacios."

Miraba en el espejo una sonrisa suave, permanente y durmiente. Mojó sus manos y las restregó sobre sus ojeras.

"La pobreza abarca todo en este pueblo, yo tengo en mi billetera una foto... la de mi carnet antiguo. Tu libro habla de lo mismo, no?"
En la plaza unas palomas se dejaban amar por un par de migas ancianas, y una mano comenzaba a escalar la del vecino.
"Vivo las letras, trago palabras y te miro escribiéndote mi futuro."
Miró con los ojos semiabiertos una esquina de hojas que nadaban en el barro.
Dobló el diario para acostarlo bajo su axila, mientras ella dejaba un envoltorio en la página donde había naufragado.

Un ojo se asomó desde el baño mirando descansar al único ente existente del cuarto ingrato de billetes mojados. Ella aseguraba que no lo quería, pero que una tripa se había amarrado a la de un extraño.

Los pasos lentos se perdieron entre el griterio de los infantes. Sus manos se comenzaron a pegar con el sudor de la intranquilidad.
El sonido seco de los pies en el polvo hacía parecer que eran únicos en un desierto verde de tristes almas.

Los pies descalsos sentían el frío de la baldoza, los tapó con un par de calcetines negros... de él. Salió del baño como un fantasma y se apoyó en la paréd, a mirarlo.

"Mi libro nunca habló de un par de fugitivos del destino, habló sobre todo del sino semigriego de un papiro perdido en una casa abandonada. Por eso me extraño y tu noticia me inquieta"
Se posaron dos sombras beseantes frente a un motel, y entraron como cualquiera... pagaron como esclavos y se dejaron seducir como si entre ellos hubiese algo de amor.
Dejaron el pudor de lado, sobre la ropa y se tumbaron sobre una cama manoseada.
Los texto fueron lanzados lejos, con violencia, junto con las almohadas.
Su tinta se comenzó a correr, y en un orgasmo, ilegible quedó la soledad.

En un cigarro uno quedó dormido. La otra atrapó sus pertenecias.

Apoyada sobre la paréd sacudió su ropa de los recuerdos, y caminó cautelosamente entre los despojos. Detalló en ese pecho desnudo que se elevaba con tranquilidad.
Tomó el envoltorio que en el libro se había acurrucado y lo posó sobre él, después introdujo sus dedos en la billetera y sacó la foto que ahí estaba. Atrapó el aire enraresido con sus pulmones negros antes de agacharce a doblar el diario y escapar con su presencia de ese cuarto.

La calle nocturna titilaba con sus luces fugaces y ronroneaba con los motores entibiados de los autos estacionados.

"...No se que fue, pero su foto ahora está en mi cartera y aun no logro dilucidar las letras de la noticia del otro día"

viernes, marzo 17, 2006

Tuve ganas de preguntarle el porqué de su mano temblorosa,
pero contuve mi impulso y lo escondí en el estuche.

Bajé del metro, mirando su ropa desordenada y sus ojos caidos,
asomé mi cabeza bajo la axila de un sol que no se quiere esconder.

Elevé mis hombros similando al recuerdo de un ser que se hace ver grande para no ser mordido
y miré, con mi cabeza paralela a la costra de cemento, el horizonte detrás de los brasos y cabellos sucios ajenos.

Comencé a sentir la humedad acolchonada en mis hombros y el rubor de mi cuerpo friéndose, mientras mi cuerpo se iba dejando a la gravedad.

La incomodidad de los recuerdos se hacía sentir a carne viva, rozaba mi cuello, mi oreja.

Los disparé lejos, los pisé con el caucho derretido dejándolos atrapados en mi suela.

Es cierto, uno no se puede escapar de uno... Aunque muchas veces mi sombra expresó con dolor que cada cierto tiempo se cansaba de seguirme.

Me senté bajo un árbol, buscando un resto de oxígeno bajo sus manos.



Mi mano estirada alejada por mi brazo expele una sombra translúcida...
Tirita dejándose llevar por las agujas de luz que escapan de las egoistas hojas

De mi estuche saco un lápiz para arrancar el chicle abrasivo de mi huella,
estúpidamente mi mano tambalea.

Me pregunto...

lunes, marzo 13, 2006

imaginé una vereda estrecha de santiago
una oscura y gris,
vestida de humedad y boletas arrugadas.
la imaginé para sentarme en ella
y ver como mi ficción se mutaba a una carcajada.



la luz tenue del farol apuntaba sus cristales a mis ojos,
y dibujé una silueta esquiva afirmada en su poste...
la sombra rozaba mis pies.

me acerqué lentamente, intentando oscurecer mi presencia tras la suya,
la cual, con sus manos en tinta, acariciaba mi rostro.

le susurré lo que de sus labios debía escapar por casualidad
luego miró con sus ojos transparentes mi ansiedad.

se agachó, y puso sus rodillas en el piso, dejando que el fuerte rayo de luz no me permitiese ver.
puso sus labios cerca de mi oido, y la eternida de su garganta expelió un frío viento...
que me hizo despertar suspirando.

domingo, marzo 12, 2006


còmo devolver en sus manos un cuaderno de blancas letras?
que repugnancia y descaro...
pondré por lo menos
una gota sobre estujada de los sesos
y las esparciré entre los rendijos...
pondré algo de moho en las cuencas.

ahora, un suspiro para ponerle un punto final difuso.
intentando decirle que pronto, pronto, pronto...

viernes, marzo 03, 2006

un ente en el espejo
mirando de reojo el movimineto sutíl que hace su pecho al palpitar
siente frío, y en el espejo una piel erizada se expone
un estado latente, bordado de segundos previos a cualquier movimiento
pestañea varias veces para desnublarce del gas de la limpieza
un ente barre del espejo el vapor
y se acerca cautelosamente a él hasta que se se borra lo que puede enfocar
quiere estar acompañado y no encuentra más que una imagen que ya conoce
quiere algo nuevo en el paladar
lamer con extasis el afrodiasiaco desconocimiento
se desenfoca y cae en cuenta que el espejo siempre tiene el mismo sabor amargo.

miércoles, marzo 01, 2006

Partimos al llegar
sobre unas horas de ensueño escuchando el rugir de una nave.
con mis ojos puestos en reversa atravecé junto a un libro el umbral.
viajé junto al capitan largas odiseas, y quedé reventado al no abrir mi paracaidas.
un sol abrumador y yo rostizandome bajo él,
he vuelto
y me han dicho que algo dejé allá...
será tan solo los 200 gramos de cabello?
un cigarro me desperto de ti
estaba caminando por la tierra infertil, alejando el polvo que mis pies hacía nacer, cuando escucho mi nombre. Giro para verte acercándote hacia mi... te abrazo y me dices: "Alvaro, que estas cambiado"
nuestros brazos se amarraron formando un espejismo antes de que mis ojos exaltados se abreiran.
pero me fui contigo...

miércoles, febrero 01, 2006


Trajiste con el té una sonriza.
Me miraste detenidamente con una expresión paralizada,

para pestañear rapidamente cuando mis dientes expuse.

El vapor nadaba hacia tus pulmones, y te hacia ver divina.


Lentamente unas gotas comenzaron a rodar por la loza

y se lanzaron al aire.

Tus labios rojos se tiñeron de negro

y tu mirada eterna se transmutó a un tunel sin salida.

A mi terror le acompañó un agudo dolor que atravezaba la ropa.

La cortina se comenzó a mover
dejando que una luz opaca entrara
e hiciera brillar el sudor de mi frente.

Un grave sonido salió de tu boca
c
uando bruscamente dejé a un lado las sabanas para levantarme.

Por un momento pude ver el final del tunel
.
Me encaminé hacia él y pude descubrir que te amaba.

Con tus manos que tiritaban dejaste entrever,
detrás de la ropa, detrás de la carne,

un dejo de odio.


Tus rodillas se doblaron y apoyaste tus brasos en mis pies.

Con la cabeza mirando la pared vertiste la verdad.

Diste un pequeño beso a mis dedos, respiraste hondo
y cuidadosamente,
mientras caminabas, te sacaste la bata.


Me miraste, me ahogaste en la cuenca de tu ojo,

a la vez tus dedos sigilosamente desarmaban el nudo de la cortina

y empezaste a inundar la pieza de blancura,

de una luz ácida.

Cerré los ojos, intentado esquivar y negar la cruel verdad.
Puse mi rostro en la almohada y aguanté la respiración.

Un silencio desértico lamió mis oidos,
impulsivamente voltié mi cabeza y divisé el caos.

La cortina se movía, tu ropa se evaporaba y el té estaba helado.