Acerca de mí

lunes, diciembre 26, 2005


La parapléjica ciudad acompañó mi inválido caminar.
El calor sofocante y la mezcla de olores del grupo de gente se apelotonó sobre un accidente.
La señora Martita y su perro habían sido difusamente atropeyados. Una estela de ellos quedó arrastrada por la acera, es increíble lo peligroso que es salir a comprar.
Martita, la pobre y sacrificada mujer del siglo XXI, que hace unos días su esposo cruelmente había golpeado, y que ahora salía de su casa a comprar la leche, no alcanzó a esquivar la transantiago que venía atestada de monstruos.
Seguí caminando con la frente en alto, para alcanzar a satisfacer el morbo, hasta que la frente se empañó de sudor.
Use mi brazo como trapo, uno de cocina. Me detuve en la corriente de criaturas y miré detenidamente el adoquin. Una uña ensangrentada se recostaba con cuidado.
Clemente, un pobre profesional, con su maletín de cuero de vaca raquítica y un traje arrendado, fue brutalmente acorralado por los parásitos nocturnos del centro. Se acercaron con aliento de violencia y un par de puñetes de piedra, cuarzo. Clemente, los había engañado. El era pobre, casi tanto como Martita. Agonizando, intenta arrastrar sus magulladas piernas hasta el kioskito de seguridad de la esquina. Entre el esfuerzo una uña se queda cansada, durmiendo en el camino.
Clemente hoy está sin trabajo, endeudado por el traje roto y con una mano vendada.
Siento un agudo sabor en la espalda, y elevo mis orejas. Un ciego. Sin ver. Hijo de ciudades mal agradecidad. De transtornos patológicos y de una hormiga espesa de carretera.
Elevo mi cuerpo y dejo pasar al pobre estropajo de vida.
Si todo es culpa de los genes! hasta nuestro destino esta marchitado a causa de esa pequeñeces que enjaulan la ruta.
Sus manos de dedos ultrasensibles acarician lo que la vista saborea.
Sigo mi no-camino.
Y me siento en la banca de madera de roble añejo del sur de tailandia.
Talvez alguien me pueda inventar mi vida.
Golpes

Un aletear de palomas seguido de infantiles maullidos.
No es que sea una obseción, me conecta con el lado primitivo en donde encarno el canibalismo.
Frente al espejo un joven prehistórico que no puede esconder en su soledad el dolor y el placer.
Lenguas perforadas seprentean entre rios y bosques.
Escondido tras una imagen se encuentra un asesino, me quiere matar y no encuentro salvación.
Por fin la risa se transforma en llanto y en mi boca aparecen dientes nictinizados.
Estoy mas tranquilo al fin del ocaso, en donde, por suerte, no me puedo alcanzar.
Pero el sonido de mis lágrimas hace su trabajo.Si no caen fuera, caen dentro, pero deben fallecer antes de ahogarme. El sulfuro desprendido en su autoexploción me llena de un gas que se apelotona en mi piel,
Intento ver que hay detrás, hecho a un lado el manto y entre la sangre hay tranquilidad.

sábado, diciembre 17, 2005


Sentado recordó que éste es su tercer día de dolor.
trajo a sus labios el vaso de agua, mientras su mentón era invadido de lágrimas lejanas.
Se preguntaba en voz baja
y se tragaba la insipiente ansiedad.

El primer día comenzó... Apurado por la acera, enjaulado en pensamientos, intenta abrir su casillero. Nunca logró sacar ni recordar lo que dentro había.
Un cigarro y algo de paz se acuestan en sus pulmones
De noche, el calor y los zancudos acompañaron su inquietante insomnio.
Algo no se calmaba en su cerebro.
El día aparece y sus brazos enronchados despiertan el estropajo de carne.
Segundo día... Pasos de vuelta, de espalda. vidrios cortantes. filudos. peligrosos. en el suelo.
Palabras vomitadas al aire y oidos carcomidos por el "no ser" del ente frente sus ojos.
Encontraste un brisa en tu polera. Se llamaba deseo. Culminó tu placer. Falleciste en el extasis.
Los huesos aun están amarrados con fuerza, pero la carne se ha despegado y el olor a moscas se ha colgado a las paredes.
Susurros de destinos miraron por tus oidos a las 6pm. Tu cuna predijo un accidente.
Una voz esquizoide apareció hablándole cerca de las manos.
Nace la luna y su terror se acumula bajo la lengua minuto tras minuto.
la gente se esconde para dejar vivir al monstruo-parásito-pútrido personaje (androide,andrógeno,anfibio). La hora en que encontró la luz del ermitaño.

Anestesiado por el exceso de dolor y su vaso de agua cayendo por la ropa, advierte en la patética idea de proyectar cordura y de sentir que el tercer día nunca termina.

martes, diciembre 13, 2005


La calle estaba muerta,
aunque unas hojas respiraban con lentitud,
moviendo, a través de la luz, sus venas verdes en moho.

El rozar del zapato y unos suspiros de ahogo alteraban la inquietante tranquilidad mientras caminaba hacia el subterraneo.
Meneó la cabeza intentando divisar que solo el viento acompañaba su viaje y
bajó apresuradamente la empinada y plástica escalera.
Un ser anónimo ha ingresado, las puertas se abren para devorar entes inexistentes.

Un calor abrazaba el tren, ahorcando el cuello de sus víctimas.
olor a zobaco y a respiración de sarro.
Hombro a hombro, la transpiración caminaba e inundaba las fosas de asco.
Impúdicamente órganos deteriorados se posan en sus manos, mira iracundamente y aleja su cuerpo sin antes haber demostrado una cara arrugada por el vómito.

De frente, mirando el reflejo... Observando de reojo todo bulto posado a su lado, desde la garrapata-lunar en un cuello hasta los pies vencidos y arrugados colgando de una falda.
Se asusta al encontrar unos ojos mirando los suyos en el vidrio. Un barro en sus párpados, bordados en pestañas de cobre. Vestida en sombras y un templo excesivo que apresaba una mordedura de cuchillos.

El movimiento peristáltico del gentio los lleva a quedar continuos, conectados por el mar de olores y la sangre en venas de sudor. Mirando de frente, ambos detallaban culpables en el vecino. Escapando del dolor de mirar a los ojos a un desconocido, sus ojos bailaban manteniedo la inocencia.

El vaivén de vistas se agotó y escapando, deja el cuerpo del espejo.
Se detiene para ver marchar, sin mirar atras, el ensueño de un destino.

El parásito se esconde en el camino, se oscurece en la noche sin piedad.
el roce del zapato lo acompaña de la mano hasta su casa, cierra su privacidad mientra abre la cortina...
Busca despesperado la mirada,
obteniendo solamente la luz lejana de las estrellas.

lunes, diciembre 12, 2005


no sirve de mucho intentar borrar con una goma lo escrito con sangre...
talvez pueda meter dudas al concreto
o hacer mirar tus ojos otros continentes.

la nostalgia embarga mis sentidos
y no quiero seguir madurando, mejor dicho pudriendo.
dejemos un espacio ajeno al tiempo y al espacio,
donde escondidos como siempre, no sintamos el pesar del tiempo..

me cansa esta seguridad, esta sublime seguridad...
me es extraña y me antoja migrar a mi guarida antigua.

tenme, porfavor, como un recuerdo viviente.
riámonos luego del chiste que conté.

mi sonriza malévola aun está en mi boca,
al igual que tus besos (mentales).

la delgada membrana plástica de mi cuarto
y unos cuantos años adolecentes encerrados.

aprendí a vivir
(disfrutar la desgracia con ojos ajenos).
pero se me hizo dificil olvidar la interperancia,
aun presente en minutos lentos y
en cigarros coartados por la mirada.

un tablero de ajedrez, de contrastes,
se amarra como única imagen:
mi ser contra la magnolia...
cuando el pasado violenta mi ilusa visión.
es débil y melancólico
eufórico e incandescente.

los restos aun me empujan,
después de haberlos arrastrado.
me acuesto ahora sobre ellos
y su olor a putrefacción controla mi ánimo.

viernes, diciembre 09, 2005

la valentía de algunos

me destruye vuestra destrucción
me inspira en noches de frío y de corazones desolados.
qué lleva a una persona a dejar en el suelo tantos años de inercia?
tuve tantas llaves en mi bolsillo que el acido se llevó,
pude abrir respuestas que ahora cuajan mi existencia.
entiendo y sufro por ello,
aun está latente en mi el poder del caos

la cobardía

en mi se contrapone
y me paralizo frente a semejante despilfarro
me detuvo antes, hoy me hace recordar
noches y días de estadía en el mismo infierno,
lamiendo mi sangre,
devorando mi piel,
dando vuelta ideas que espantaban mi vida,
que lejos se fueron por el baño...


jueves, diciembre 08, 2005

7/12

la planta de boca cerrada, de noche y sin ruido, abrió sus pétalos.
un suspiro retumbó en el cementerio.
la tierra depertó y alguien sintió que su cigarro se consumía mas rápido.

superó inviernos, y en primavera su aroma caminaba por el barro.
alguien sabía que estaba ahí.
su doble respiración delataba su presencia.

han pasado 40 primaveras
y alguien respira, cada abrir de ojos, su polen


alguien despertó del letargo

feliz aquel que te respira.

jueves, diciembre 01, 2005


El asiento se hizo parte de mi cuerpo a horas de haberme detenido ahí.
Un poco mas tranquilo solté el aire, y respiré hasta las catacumbas el ambiente de calor que se condensaba en aquel lugar.
Resumí mi trayecto, recordé la señora de negro que se posó a mi lado y cruzó sus piernas en panties rotas, vino a mi mente el niño plomo que vendía su inocencia con cada helado.
Unos cuantos entes mas y volví a mi reloj.
La espera no era molesta, no sentía algún rasgo de incomodidad y el calor adormecía cualquier gana de movilidad.
Las gotas de sudor que caían al asfalto se freían bajo mis pies. La vista empañada intentaba distinguir que no era una hormiga lo que subía por el rastro de coca-cola, no pude divisar hasta unos minutos después que era una mariposa la que se había pegado a mi zapato.
Acerqué con temblores la árida mano hacia las blancas alas, y las cogí dejando atras seis fragilidades adheridas al cuero de vaca.
El niño saltaba a mi lado, entusiasmado. miré con la seriedad adulta y detuve su infantilismo pedante. a la altura de mis ojos se movía moribunda, apresada en un bulto de paradero.
La hora, la micro, el niño...
El seco aire de la tarde atenuó la inminente caida, sus alas quiebradas embolsaban la ardiente contaminación. lentamente al suelo y en el aceite de sebo de la señora una mariposa dejó su vida. Miré mis manos empolvadas, y un aplauso sonó entre la gente... un blanco polvo tiñó la calle.


De pronto se esfumó la vida y bajo capas de nieve la calle acostó mis horas.
Desde el cielo azul una polilla lanzó su excremento.
La mierda, la micro, el cadaver.
Los pies orillados al caer tarde el tenor.
Concentrado en la muerte de una hoja seca y esquiva de otoño.
El día se fue a quemar otras latitudes, pero yo me quedé aquí, donde se cree que el sol no llega con fuerza.
A estas horas, cuando la última palabra ya se fue a acostar, se escucha el alma.
Entre servilletas y escombros de humo yace, tendida en el silencio acaricia mi vertebra.
Otras personas se evaporan, yo me concentro en el crujir del alma. En esta alma que se posó en una mala guarida y durmió largos años.
La confusión de recuerdos y sueños se mezclan en una armonía tan locuaz, me traen en bandeja una historia del hemisferio escondio.
Aquel día de invierno (u otoño), de calles grises y un cadaver en el suelo, cuando apurado un suspiro emergió de un golpe.
Sin rozar la piel entró y se recogió de tanto polvo... tal caracól en un salero.
Amarró sus manos a las mias con venas, y puso su cabeza en mi craneo. Acarició al cadaver con suaves melodías de respiración y su calidez trajó con si un latido.
Plantó vida, la que aparece como burla sobre la muerte. Un poco de moho en las uñas y moscas en las pupilas.
Se abrazaron en un eterno segundo mientras elevó el bulto sobre la latente inercia. La lengua azúl que colgaba sintió el frio que violaba, y violeta su piel se estiró.
La noche, me trae una luna que despierta el letargo.
Se estremece lo invisible y converge en un grito escalofriante, un grito aislado del alma... que solo el silencio escucha.
Es de noche y una mosca planea en el humo.