Acerca de mí

miércoles, junio 27, 2007

Fauna

Eran los últimos suspiros de ese verano. Ambos estaban sentados en una banca que se perdía bajo las deformes sombras de los árboles, ese blanco respaldo que hoy afirmaba a dos mundos desmoronados.

Alfonso tenía las manos en los blosillos: buscaba alguna respuesta al silencio que inundaba su boca.

"sabes? este verano los gatos se escaparon de la luna... treparon hasta la copa de los árboles y maullaron hasta desaparecer. Si te fijas bien, los gatos ya no están, y la peste de ratones escarba entre las cáscaras de los basureros."

Se hacía tarde para partir a clases, se hacía tarde para que se dijeran la verdad que les quemaba los párpados. Escapando de no poder contener esas frases entre los labios, giraban la cabeza y la colgaban un poco hacia abajo. Sus manos a escondidas se encontraban entre las tablas pintadas de grietas.

"Qué importan los gatos? ahora puedes mirar a través de mí..."

"Escalar tus vértebras fue un desafío descomunal... solo para llegar a la sombra que emerge de tu nuca, acostarme de noche en tus hombros y gritarte despacio un maullido de luna llena...
Ya hemos recorrido todos los lugares escondidos, nuestros ecos y risas se han vuelto parte del paisaje y aquél Cristo que nos daba la bienvenida se ha vuelto nuestro punto de despedida."

Hace un par de años sus pasos resonaban entre tantos ajenos, cuando en el primer año de carrera sus vidas se inclinaron por geografía, mientras en clases sus profesores hablaban de células multipotentes.

A lo lejos, en la costa de ese oasis, las grietas que querían conocer venían guiadas por la lluvia que caía con desgano en los últimos días de verano.

"Los perros, escuché el otro día en química orgánica, que ya no puedes ver, se fueron a ladrar a los cerros que se ven ahí, al final del smog... Al lado de ese edificio... Sus colas estaban tiezas por el viento frío que nacía de las puertas abiertas que aparecían cuando en las madrugadas los temblores llegaban"

Se levantaron y encaminaron sus pies por los pasillos. La biblioteca se elevaba imponente con sus laberínticos números y escaleras. Al fondo una puerta, que normalmente se usa de emergencia, se abría por la temblorosa mano de Alfonoso. Una luz los cegó por unos instantes. Se miraron con detendción y entraron.

"...En antropología me dijeron que el arca de Noé está con restricción, y que uno de éstos días nosotros también vamos a desaparecer"




miércoles, junio 06, 2007

DE PIE . . .









Hace algunos días que no hablaban, y todo ese tiempo intentando llenarlo con otro.



Murmuraba viejas frases que escuchaba en las paredes, respondía en forma honesta y un poco avergonzada. Miraba a ambos lados, sabiendo que nadie se iba a chocar en su paranoia. Desde que Alfonso cerró la puerta ese 29 de mayo, no ha vuelto nadie a abrirla.




Se sienta un momento ante el teléfono, mientras un surco de memoria se cuaja en sus espacios en blanco. Un surco no grato de vómitos sazonados, de gritos de verduras maduras.



Entre los sollozos eleva la cabeza y se ve ante el espejo.




Está pálida de tanto haberse limpiado la cara,





sus manos se han adelgazado hasta perder movilidad.



Ingrata, pobre ingrata de merengue y lúcuma, de gramos de cebolla.




Los libros se fueron acomodando al lado de su cama,




hasta donde las sábanas rellenas de suspiros rodaban cuando se moría de pena. En cierta forma aceptaba la ida de Alfonso, pero aun no aceptaba que ella no se fuese a su lado.






No puede aceptar que se haya quedado al otro lado de la puerta, talvez no se dio cuenta y la cerró muy rápido Talvez tenía puestos muy altos los auriculares ...






La comida se iba acabando, y ya solo unas bolsas anoréxicas de té servía para apaliar el vacío






...y las horas se arrastraban como culebras en plaza Italia.


Colgó la cartera en la asa de la entrada a la cocina.





El televisor emitía las últimas imágenes del día, y en la radio solo habían repeticiones de grabaciones hechas días antes. El miedo se colaba entre sus vestidos largos, el teléfono aun no sonaba y la puerta seguían en su mismo lugar.







Las hoyas expelían el olor rancio de la felicidad podrida, como huevos sulfurados. Tragaba unas cucharadas con dificultad: le costaba rellenar los huesos.





... y los murmullos se iban convirtiendo en gritos. Los platos quebrados y su estruendo, la alfombra mojada en vino y lágrimas...





Las paredes retumban cuando levanta la mirada para ver cuántas horas lleva en la misma posición.





Se seca las manos y se acerca a su pieza



.


Nunca su respiración había estado tan dolorosa.




Fue a hacer la cama


,

se iba a quedar toda la noche en pie...












Modelo: Coni cortés
Foto y texto: Alvaro Passi
Luz: Leonardo teku