Acerca de mí

lunes, noviembre 21, 2005















IN

espirales de cuerpos rompían con su metal el piso cerámico...
convulsionaban al caminar... una visión absurda,
su cadera se retorcía en maneras sobrehumanas.


El polvo blanco se desprendía del suelo, una niebla seca fue su aire de trasnoche.


segundos de impacto, de silencio doloroso, antes que el movimiento golpeara su consciencia.

(BIS)

visceras sueltas
y un pedazo de cemento en la uña-


coro:

vuelves sobre mi... pero mi pie está gastado.

repites tu historia, yo me degrado al viento.
ese aire cálido no es el aliento de un gemido lanzado sin dirección.

una vez, escupí sobre ti.



vicseras sueltas

y un pedazo de cemento en la uña-

viernes, noviembre 18, 2005


...y se dió cuenta que la indiferencia duele mas que su odio...
se dedicó a sacar la lágrima que nadaba en sus pulmones aquél día.


tocó la comisura de las costillas con sutileza, a lo lejos algo palpitaba.


(Líquido esquivo, se evapora al pensar)

un crujir tronó el vacío.
rasgó con su cabeza en alto el mantel, y se dejó ver la flora... su paisaje.


una mano caminó sobre el prado,
los pulmones bombardeaban de viento el cámino. sentía frio.


escabulló en sus interiores. mientras, desde lo alto, la cascada de lágrimas se dejaba ver.

en su garganta un espejo...
sus pulmones de cenizas...

su corazón, en el estómago.
(la antropofagia se encuentra sobre su lengua...)
y su oreja se inunda de palabras nunca escuchadas.


Está servida la mesa!

miércoles, noviembre 16, 2005


se extravió una pisada en la eternidad de la arena
fue arrasada por vientos descomunales bajo miradas perplejas
una gota se tragó la huella
y gorgoteó en la profundidad del desaparecido

pasó inadvertida entre timbres en el papel que hierve
y en la memoria se desordenó a un sueño

vuelve a mi en fantasías...
y la siento palpitar en mis pies
puedo sentir que mi cuerpo estremerce

despierto para recordar.
duermo para vivir.

la huella, bajo mis pies.

sábado, noviembre 12, 2005


Caminas con ciertas dudas en tus pasos, jurando que cada uno es el último que se establece en el suelo.
Sales con suerte de la nocturna caminata, con todos tus accesorios intactos. Te metes en la bulla de un paradero esquivo de una calle llena de murmullos, y lentamente metes tus dedos al bolsillo. Están frios y tu piel se eriza. Detienes tu mano y la guias a buscar solo lo necesario: una par de sucias monedas.
Tus yemas rozan el metal que provoca el estruendo entre las ratas de ciudad (éste día has tenido suerte), y aparece desde la negrura del horizonte esta cuncura guzanoidea y prostituida micro.
Entregas en las manos añejas del señor las circunferencias llenas de personajes famosos (de la kenita o del italo), tu sabes bien que él no mira nada mas que la línea recta mas allá de su cochino y mosqueado vidrio. Sabías perfectamente que no te podías detener ahí y meditar acerca de la pobreza o del porqué de sus feas y gastadas manos.
Un grito suave puede elevar el líbido. Un grito furiozo y un empujón en el hombro, una erección.
Al ver el pasillo repleto, se vienen a tus ojos la perfecta imagen de un closet eterno, de ternos colgados, de vestidos negros de oficina perfectamente arrugados por el duro asiento, el café de las mangas del uniforme escolar. Ropas colgadas, aferradas con fuerzas descomunales al fierro que penetra la micro de lado a lado.
El siseo del grito que provenía de tu espalda causaba escalofrios y con los pelos en flor, se puso adelante la ardua tarea de llegar a un oasis en el azul electrico de un reggetonero pasillo. No es difícil abrirce pasos con ambas manos, empujar alguna gorda a un lado o a un viejo debilucho, lo que costaba era esconder lo que entre sus piernas se había asomado.
Recuerdas las depravaciones sexuales, alguna vez en el colegio hablaron de ellas (aquél profesor que con cara dura hablaba, babeando el mesón, de necrofilia y sadomasoquismo), estaba esa del tipo que se frotaba con el hombro de los sentados...
quisiste innovar... pero nunca fuiste osado.
El gritoneo de un principio se perdió en la masa, y ahora te encontrabas rodeado de valles forrados en tela.
Palpitaba tu calzoncillo.
Nadie giró el cuello para ver quien estorbaba su incomoda posición de "personaje mirando la calle de arboles modernos". Doblaban su cadera hacia delante y molestaban a los hombros sentados. En realidad no molestaban.
Llegaste sin novedad alguna al oasis peligroso de la cueva de la micro. (don graff lo prohibía, pero tu eres osado, no?)
Posaste tu cuerpo frente a una cajera de ojos cansados, de manos atadas, de rodillas marcadas en madera. Pusiste tu exitación a la altura de sus ojos y miraste los semáforos en verde.
Aferrada a su cartera, pendiente como águila del movimiento de carroñeros, iba la mujer. su mano en el vibrar del auto a veces te tocaba. Intentabas descender las palpitaciones con imaginarias sutilesas. Pensaste en la virgen maría... en vano.
Vibró el celular y metió su mano dentro del cuero de vaca barata. Su celular en la mano izquierda se acercó a su oreja, y la voz de un macho emanó del parlante. Cortó y miró hacia el lado. Ahí estaba tu verguenza y pleno extasis. Giró sus pupilas y chocó su mirada persuasiva con la tuya. Esquivando el aire fétido con sus dedos bajó el cierre.
Quedaste estupefacto mientras su mano adaptada a monedas decendía hasta agarrar con fuerza tu miembro.
Miraste a los lados, posiciones típicas, nada había cambiado en ellos.
Abrió levemente sus piernas, y su otra mano no buscó el celular.
Los ronquidos no era una música perfecta, la radio chula tampoco.
Sus uñas se aferraban, enterraban las raices en tu carne.
Nadó entre los griterios de los borrachos un edor a amoniaco y de días de desbaño, nada extraño.
El placer invadía cada poro... y con los ojos cerrados escuchó el ring del celular. La mujer se pasa la mano por el chaleco antes de tomar el celular. Se arregla la falda y se rie del chiste que la ronca voz del perlanté brotó.
Abriste los ojos y su rostro tan cercano al tuyo te impactó. Sentiste su aliento de empanada casera, de pebre y perejil. Te regala una sonriza antes de bajar y tu te subes el cierre.
El tipo que estaba sentado al lado de ella tenía los ojos muy abiertos, al igual que tu. Saca de su bolsillo una servilleta y la alarga a tu mano. Agarras el pañuelo y tocas el timbre.

Es de noche, has tenido suerte. Talvez hayas pasado una verguenza.

jueves, noviembre 10, 2005

(no estoy triste, solo fluye por mis dedos este edor)

Recuperas la vista...
levantas tu cuerpo tras cortas y oníricas horas
das cuenta que el tiempo no pasó por tu lecho
y que estas varado hace días en el mismo lugar.
Hay algo mas de polvo en el suelo y recuerdas que es piel muerta.
El aire sobre-respirado se mueve por tus fosas con extrema dificultad...
y arde el respirar

Una mosca cruza el espacio,
ni se detiene a mirar el bulto de aire de la cama
Mil ojos, y ninguno da cuenta de tu presencia.

Vuelve tu sangre a caminar sobre tus piernas
y el hormigueo cesa cuando comienzas a sentir placer

El gusano carroñero escapa de tus manos...
y se esconde en la almohada.
Grita un susurro en tus oidos, uno escondido, que no logras escuchar.

Pataleas antes de abrir la ventana...
es una pena para todos no amanecer muerto.

cómo encontrar sombra en este luminoso desierto?
El dolor se apodera de mi e inmoviliza mi contacto al exterior...
el ojo en sangre nada en su cuenca y mi cuello se niega a sostener mi cabeza

débil como mis sonrizas...
quebrado como un hielo en agua





cómo se recuperan los pedazos de carne flagelados en el trayecto?
talvez pegándolos con la lágrima que quedó en una servilleta

miércoles, noviembre 09, 2005

unos cuantos hombres pasaron a mi lado sin saberlo,
sin siquiera ver las manos en rojo.
Mi hermano nunca vio mis ojos en lágrimas,
ni al muerto que se escondía en el refrigerador.

El vecino no escuchó,
ni asomó su curiosidad por la ventana.

Santiago hoy estaba en penumbras
y los perros no ladraban.

No viste o escuchaste el grito ahogado?
No sentiste temblar el piso con el golpe seco?

Repito: nadie existió
Santiago hoy está enmudecido y despoblado

No me llamaste para detener el tiempo, sabiéndolo.

Habrá un fiesta mañana al desayuno,
cuando, entre el pan y la cebolla, encuentren un dedo.
Habrá sonidos de funeral y gritos de sirena,
música funebre cubrirá las calles
y un ataud caminará por las calles congestionadas.

Pero hoy en santiago, nadie habita.

lunes, noviembre 07, 2005



Alguien lo persigue:

siente su aliento a putrefacción muy cerca

Mira de reojo hacia atras, pero no se atreve a ver mas alla.
en sus entrañas la carne le dice que está.

las palabras de sus pies y el vacio que crea despues de cada palpitar.
Se retuercen en él ideas, crujen fritas en adrenalina... caminan con esfuerzo en su estómago, transforman en un infierno su ser.
No reconoce que se derrite... que en el oscuro cemento deja agua y mas que algún sentimiento de paz.
Su ira hacia si mismo crece, no puede saber si la cercanía es un engaño. Sabe perfecto como su mente lo engaña,
el grito queda encerrado en sus dientes y lo traga con dificultad.

virutilla en la traquea

Dobla en la esquina y se apoya en la húmeda pared.
y antes de vaciar sus ojos calma su respiración.

dejemos el juego!
nadie lo persigue

camina solitario por la calle, mientras su vista no puede fijar un punto...
llorando como condenado bajo un farol añejo!

domingo, noviembre 06, 2005

rebotan los sonidos
y dejas colgando una lagrima

las mias son de hule, caen con terror y vuelven para golpear mi cara, para restregarme mi adicción... adicto a la comunicación.

Es patético, pero verdad... cuando el ruido deja espacio al vacio mi oido se exaspera. mi boca tiembla. mi nariz busca y solo huele mierda.

Ando pseudo sónico, cuasiterminado... apunto de cuajar.
petrificado en el tomate que picaste, salpicaste y reventaste.

no se que prefiero... tenerte en una foto o escuchar cada miles de segundos una exhalación tuya.

sábado, noviembre 05, 2005


La taza cenicero a segundos de mi mano me incita a nadar en él.
lo veo fijo, y en un segundo de locura casi le hablo
A su lado un vaso vacio y mi boca está seca.
Los labios se despegan al ser penetrados por el algodón de nicotina
En mi nariz se agolpa el humo y mis ojos arden.
Recuerdo un hombre caminante
una sonriza detenida en el tiempo
y un boleto de micro.
Viaje al exterior...
Caminas sobre la argolla cuando medito
Apareces bajo un farol, viendo la hora parada en un ciclo eterno
Siempre apareces y me invitas a nadar,
pero a segundos de hablar, medito.
lleno el vaso de cenizas y me trago la colilla.
(mi boca arde y mis ojos estan secos)

miércoles, noviembre 02, 2005


un borrar ligero
para dejar atras las ediondas letras

un clickeo aplaudido
déjalo atras!

y se fueron a la inconsistencia
desvanecidas en un espacio inexistente

asi se borra, me dice aquél.
no respondo ni gracias... ya lo se

amenazo ésto
con mi dedo acusador
tientas mi instinto asesino...

apura el paso, que el abismo no repara.