
Me arreglo la ropa al cuerpo, me limo las uñas en punta y comienzo a caminar por las horas.
Dirijo mis pies a tu puerta y rasguño la madera.
Tu estás tendido en la cama con los ojos abiertos y piensas que te están penando, pero no es así... Yo tengo la sangre tan densa que paso el umbral de lo fantasmagórico.
Sigo rasguñando la puerta, las uñas comienzan a ceder... Tu no. Sigues intranquilo, igual que hace dos horas.
La ropa me comienza a asfixiar y la respiración me hace jadear. Al escuchar ruidos tras la muralla agarro el filo del cuchillo... Me exita pensar en tu muerte.
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