Acerca de mí

martes, agosto 29, 2006

La mesa estaba servida hace varias semanas, dos platos blancos que se rompieron en soledad.
sobre ellos estaban cuajados los secretos, eran verdes y aun estaban cálidos.

Llamaron por horas al teléfono, nadie contestó... Al otro lado un cuarto vacío respiraba en todo su resplandor. Alguna vez ahí vivieron, ahí juraron eternidad.

Las camas sin ropa y un frío que carcome adornaban el cuarto.
Jamás se supo cuando abandonaron la rutina, solo un repentino suspiro los hizo desaparecer... Dejando las cortinas abiertas y un viento que empolvó las cartas viejas y rayadas.

Nunca fueron felices, les daba vergüenza, en cambio cada día les sabía más amargo.Primavera, otoño, lunes, invierno... Daba lo mismo, el aire enrarecido no se iba, era de ellos... era ellos.

El teléfono dormía bajo las toallas, tiritando casa noche cuando llamaban y no habían palabras que responder.

¿Cómo explicar la soledad innata?

En esa pieza las murallas pintadas en nicotina se despedazaban, cada día, botando consigo risas y llantos guardados bajo los ladrillos.

El televisor llenaba de nostalgia la oscuridad, con gente hablándole a nadie... Ellos sabían que en las noches de pánico y angustia nadie está en vivo, nadie vive a excepción de su lágrima flotante.

La mesa estaba servida, estaba podrida. Las moscas nadaban bajo la ténue luz que no alumbraba.

Cuando fueron a ver la desolación encontraron las puertas abiertas, y las dos camas de una plaza juntas y desechas.

Habían dormido a saltos, se despertaban en la mitad de la noche a ver si el otro aun seguía vivo, al sentir la escasa respiración se hundían en la almohada corriendo tras el sueño que se hundió en el mar.

No hubo nada distinto aquella noche, simplemente en la mañana cada uno partió sin decirle al otro... que nunca volvería.

2 comentarios:

Gonzalo Hormazábal dijo...

Espero que no te centres en tí. La vida va corriendo mientras uno, luego del tropiezo, sentado permanece. La vida se va, y con ella nosotros.
Adelante, donde seguramente, no ves nada, exite un pingüino que te señala el camino.
No te vayas de mí.

Vigilia dijo...

Es cierto, la vida se va y uno se arriesga a quedarse en la vereda sin siquiera percibir su paso. Pero los duelos hay que vivirlos porque de lo contrario, sigues con ellos como colgajos que, tarde o temprano te hacen tropezar y te ahogan...
Tómete tu tiempo, pero con un ojo entreabierto no dejes de mirar a tu alrededor.
Te quiero

P.D: El texto es hermoso, inigualable...como tú