Acerca de mí

martes, septiembre 05, 2006


Es la hora en la que me siento como un condenado,
es la misma hora que ayer me sofocaba con sueños.

Las horas, desde la mañana, van aumentando el sabor de piel. Es de esos sabores que dejan restos de acidez en la lengua. Cuando se come poco para dejar por largas horas un mal aliento y desagradables sabores. No es nada nuevo, ésto ya lo he vivido... pero ahora lo siento presente.

Mientras duermo me he dado cuenta que balbuceo en exceso, que estiro mis piernas y mis brazos fuera de la ropa asfixiante intentando encontrar otro bulto. No es nuevo que la cama está tan vacía como mis sueños, tan vacía como soñar con lo que acabas de pensar un segundo antes de caer por el colchón... y volverte tan onírico como es posible, tan onírico como cada paso que doy cuando despierto, cuando voy caminando por calles eternas y ruidosas viendo mis pies avanzar... y yo voy tan atrás, soñando en dormir.

No se de cuánta imaginación puede sobrevivir un ente normal, no tengo idea si es sano, si es rico, pero a estas horas no me importa. Así me transporto a mi pieza, repleta de polvo... dejada como mi vida. Me fui de viaje, esperando nunca volver, llegué y ahora siento lo opaco de cada suspirar, de cada rutina sin brazos.

Me repito un "vamos" para levantar mis ganas de esta silla, me repito varias veces a mi terca presencia sin tener respuesta. De pronto el reloj me empuja y la inercia me mueve. Mi cama está abierta para arropar la soledad, al verla doy un suspiro... en un momento soñé que era diferente.

Ravotril para un sueño

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