Acerca de mí

jueves, diciembre 21, 2006


Despertó intranquilo por los golpes que caían en sus sueños.
Hechó atrás el ropaje y la humedad de la madrugada lo caminó por sobre la piel.

Al posar sus pies bajo la cama supo que no estaba en casa: el agua en el piso de madera, un par extra de zapatos, restos de risa en el velador...

Sentado sobre el colchón miró las blancas paredes, aun estaba húmedas. Al lado de las risas había un portaretrato vacío, posado sobre una libreta.

Sus venas aparecían y se marcaban, como su llanto a punto de explotar. Se encaminó y abrió la cortina, la luz se desparramó manchando partes de su piel, partes del suelo.

Una pequeña vena se rompió y la sangre blanca comenzó a teñir su cuello: una línea delgada que caía con cuidado entre los pliegues de su expresión.

Hirvió una sonrisa, se evaporó una carcajada.

La puerta se abrió y una densa masa de vapor entró con silencio de luto.

La pieza se cubrió de una extraña cortina, con olor a tierra y a cuero.

Su cuerpo se rayaba con huellas blancas, la sangre bajaba hasta los pies y una poza blanca le humedeció las uñas.

A sustado se apoyó en la pared y se agachó esperando que el viento le sacara del malgusto.

Sobre la cama, entre las sábanas blancas, pequeños susurros acompañaban el leve movimiento que ahí había. Se levantó del piso para acercarse al catre, un impulso de soledad le alargó una sonrisa, le alargó la mano hacia ese bulto.

Tiritando agarró la punta de la tela, y antes de jalarla hacia atrás, gritó... gritó dese sus entrañas. Una luz pegajoza y aguda cegó sus retinas, y en un intento de desesperación se lanzó a abrazar el ente que habitaba en ese lugar... sobre la cama.

Un goteo sonaba en el cuerto, provenía de los lagrimales, pequeñas gotas que acariciaban la ilusión y que se acostaban en sus zapatos.

Su cuerpo en blanco se acostó entre las sábanas y se perdió en el tiempo a soñar.

Alguien entró riendo fuerte, se fijó en un rostro pintado de blanco sobre el vidrio del portaretrato, dejó la tasa de café amargo sobre el piso húmedo...

dejó su mente en blanco...

y continuó a recorriendo con su mirada una silueta de cariño que se pintaba en su libreta.

sábado, diciembre 09, 2006

estas sentada
mirando de reojo
a través
de tus lentes rojos

tu boca tiembla
ahora más tranquila
ahora eres más sabia

tu pelo tornasol
torna a mi rostro
y se entrelaza
a mi cuello.

somos almas viejas
capaces de hacer temblar
las costillas
que trepitan
escondidas
al lado
de las palabras.

siempre estoy contigo
te quiero muchísimo, ale.

miércoles, diciembre 06, 2006

Una galleta para comenzar la noche.
se come dulce
y se convierte en caries.
de pronto un pestañear
y la hora a avanzado con caballos,
pataleando dos veces por segundo.

La cortinas se han cerrado
para esconderme de la urbe.
esta ciudad tan cochina
en la cual mis zapatillas
se gastan.

la ciudad se erecta
a mis pies
y las ventanas podrían reflejar
mi caminar

pero es de noche
y la gente rie sola
camina sola
no hay de quién ser espejo.

Las esquinas se llenan de musgo
para volverse áridas, mañana, a la luz.
los caballos galopan
y comen cemento
la hora está llena de lomos de toro
pasos de zebra
gaviotas
y palomas moribundas.

La pieza se entristece
y el sonido del crepitar de mis dientes,
ahora inundados de caries blancas,
se pega a las paredes.
Al igual, el tiempo húmedo
y la ciudad decrépita.

Me siento un poco perdido
y el mapa de mis manos
está con barro.