Acerca de mí

lunes, julio 24, 2006

Dejó pendiente, sobre el velador, su nostalgia de lluvia
y salió, sin tener escrito en sus retinas el espejo trizado.

Caminó a escondidas del viento, jugando a no sentir frio. Se rió de los árboles y sus hojas. Ellos solo lo miraban pasar, como a cualquier palabra gritada, de esas que vuelan rápido soñando con no estrellarse.

El cielo se recojió, dejando libre sus manos.
En la ciudad, abajo... muy abajo, llovía, llovía como nunca. El suelo se ahogaba y vomitaba el aire guardado, robado del cementerio. Aparecieron entre sus pies, burbujas color café, frágiles.
Metió sus manos a los bolsillos y se encogió de hombros. Sonrió.

Sus pies se comenzaron a enterrar, su cuerpo exigía raices. Con dolor su carne era succionada por la tierra, manos húmedas repletas de guzanos tiraban de su piel, fuerte. Se hiba hundiendo, desapareciendo entre el pasto y el asfalto.

Estiró sus manos y agarró el cabello de la plaza, la tierra gritaba. La tierra se conmocionó y apretó mas las caderas. De pronto se vio con el pasto entre los dedos y no alcanzó a rogar perdón, solamente una masa de tierra entró a su boca prematura de gritos, y la ayuda se enterró hondo, con los gritos en la lengua... a punto de explotar.

En la plaza los juegos eran solitarios, acariciados por la lluvia, los árboles bailaban sin parejas y la tierra respiraba con tranquilidad, de esa que agobia.

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