Acerca de mí

jueves, octubre 05, 2006



Las manos colgaban lacias, a cada lado de la silla.
Sus rodillas pegadas y su espalda corvada.
Un cadáver callado, durmiendo desde el olvido.

Su cuerpo se ha convertido en polvo
y ha tapado las paredes, las cañerías, las bocas.

Alguien entra,
¿Su hermano?
¿Su hija?,
Tiene el pecho hundido y las orejas derretidas
de culpa...

Se acerca en silencio y se sienta al lado del bulto con sumo cuidado de no conmover el aire tieso.
Agarra sus labios con fuerza, los extirpa del rostro y los pone sobre el plato.
La sangre fluye hacia su cuello, hecha la cabeza hacia atrás, pintando el mantel y la madera del piso. No grita, no llora, no duele.

Mueve sus manos, y las dirige hacia su polera. Con suavidad deja al descubierto su pecho y con la yema de su índice busca el pulsar de lo inerte. No encuentra nada, su pecho está hundido, apoyado en el vacío.

De pronto truena un golpe tras la puerta del armario, mira al bulto pensando encontrar respuesta, nada... Otro... y otro golpe.
Se levanta y se arrastra hasta la raíz de esos sonidos, su cabello se suelta y vuela por el cuarto, como miles de zancudos en el insomnio. Tras la puerta, un ente desesperado salta y golpea su aura, grita y llora. Al ver llegar una mano cerca de sus tobillos cierra los ojos, y deja escapar todo el aire encadenado a su cuerpo, se desinfla y un aroma extraño a trauma invade la nariz del muerto.

Pero él... siempre inmute. Alarga sus zapatos y los planta sobre la columna vertebral del que abrió la puerta, resuena desde el piso un crujir de platos. El chicharreo del roce de los dientes con los clavos.
De asfixia su piel comenzaba a teñirse morada. Caminó unos pasos y estacionó su persona detrás del muerto Comenzó a olfatear sus orejas, su nuca, acarició los hombros y las mejillas, que se caían por pedazos. Agarró la boca del plato y la puso entre sus labios y los del muerto. Inspiró con esfuerzo a través de ellos. Inspiró e inspiró... pero nada, no había aire, solo polvo. Tambaleando y tosiendo llegó a la silla y se tumbó sobre la mesa. Intentó decir una última palabra, pero el muerto, a través de los labios ajenos, expelió un sonido mortífero, un silencio.

3 comentarios:

Vigilia dijo...

Te estás volviendo más imágenes que palabras...metamorfoseándote vas descubriendo otros rincones dentro de tu interminable humanidad, pero el dejo de angustia, pánico y desesperanza aún habitan en ti como en aquellos días de pasillo.

Gonzalo Hormazábal dijo...

Me recuerda a un integrante de Ku Kux Klan (o como se escriba).

Espero que no te vuelvas como ellos: Totures y te totures.

PATA

Gonzalo Hormazábal dijo...

"El amor es dolor".

La weá que afirmas como certeza.
¡Patrañas!


Despierta a la vida, al amor, a la primavera.