
la delgada membrana plástica de mi cuarto
y unos cuantos años adolecentes encerrados.
aprendí a vivir
(disfrutar la desgracia con ojos ajenos).
pero se me hizo dificil olvidar la interperancia,
aun presente en minutos lentos y
en cigarros coartados por la mirada.
un tablero de ajedrez, de contrastes,
se amarra como única imagen:
mi ser contra la magnolia...
cuando el pasado violenta mi ilusa visión.
es débil y melancólico
eufórico e incandescente.
los restos aun me empujan,
después de haberlos arrastrado.
me acuesto ahora sobre ellos
y su olor a putrefacción controla mi ánimo.
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